AL-MAARIY
سُورَةُ المَعَارِجِ
Mequinense
Bismil-lahi-r Rahmani-r Rahim
(1) Preguntan por el inevitable castigo, (2) el que los encubridores no podrán repeler, (3) decretado por Allah, Quien ha creado los sistemas de acceso. (4) Por ellos ascienden hasta Él los malaikah y el Ruh en un día que equivale a cincuenta mil años[1393]. (5) Así pues, resiste. (6) Ellos lo ven lejano, (7) pero Nosotros lo vemos cercano. (8) El Día en que el Cielo sea como cobre fundido, (9) las montañas como lana cardada, (10) y nadie se interese por su amigo íntimo. (11) Se verán unos a otros. El nefario querrá ese Día librarse del castigo, ofreciendo a cambio a sus hijos, (12) a su compañera, a su hermano, (13) y a su clan, en el que se sentía protegido, (14) y a cuantos hubiera sobre la Tierra si con ello lograra salvarse. (15) De nada le servirá lo que haga. Le esperará ardiendo, inflamado de ira. (16) Le arrancará el cuero cabelludo. (17) Llamará al que dio la espalda y se desentendió, (18) y atesoró riqueza con avaricia. (19) El hombre ha sido creado de agitación. (20) Cuando le sobreviene algún daño, se angustia. (21) Mas cuando le ocurre un bien, se comporta mezquinamente, (22) salvo los que se entregan a la salah (23) –esos que nunca la abandonan (24) y de sus riquezas dan lo que por derecho corresponde dar (25) al mendigo y al indigente; (26) los que creen en el Día de la Rendición de Cuentas (27) y tienen temor del castigo de su Señor (28) –nadie puede sentirse a salvo del castigo de su Señor– (29) y los que guardan su castidad, (30) salvo con sus esposas y cautivas, en cuyo caso no transgreden los límites de Allah. (31) Mas habrá transgredido los límites marcados quien busque ir más allá de eso; (32) y los que protegen sus juramentos y compromisos (33) y no revocan sus testimonios, (34) y están pendientes de su salah. (35) Esos son los que morarán honrados en Jardines. (36) ¿Qué les pasa a los encubridores que vienen a ti presurosos por la derecha y por la izquierda, con el cuello tieso (37) y los ojos abiertos de miedo? (38) ¿Es que esperan entrar en el Jardín de las Delicias? (39) ¡Pero no! Les hemos creado de lo que bien saben. (40) “Y juro[1394] por el Señor de los orientes y de los occidentes que tenemos poder (41) para reemplazarlos por otros mejores que ellos sin que nadie Nos lo pueda impedir.” (42) Mas déjales con su vana palabrería, entretenidos en sus quehaceres hasta que se encuentren con su Día, el que se les ha anunciado. (43) El Día en que salgan presurosos de las tumbas como si corrieran hacia la buena fortuna. (44) Mas pronto bajarán la mirada y les sobrevendrá la humillación. Ese será el Día anunciado.
[1393] Ver apéndice K, artículos XVII y XXI.
[1394] En este caso, es el propio narrador el que ahora habla en primera persona del singular, “yo”, dando, así, más fuerza a sus palabras, para enseguida pasar a narrar en primer apersona del plural. Ver artículos III y XXII.