F8-LA EDAD DE PIEDRA

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IMAGEN 1. Muestras de los utensilios encontrados en la isla de Creta por el equipo dirigido por Thomas F. Strasser (profesor de historia del arte en Providence College en Rhode Island) y Eleni Panagopoulou (asesora del Ministerio de Cultura griego).

La edad de piedra es otra fantasía arqueológica con dataciones contradictorias y disparatadas y supuestas herramientas que nada tienen de reales. En la imagen 1 se nos presentan 4 piedras que podríamos calificar de “vulgaris”, como preciados utensilios de los hombres de la edad de piedra. Los guijarros A y C no tienen, a todas luces, nada de utensilios. Son piedras que podemos encontrar en cualquier montaña, camino pedregoso o ribera de un río. Cualquier pedrusco nos podrá servir para lo mismo que estas “herramientas” –machacar algo y, con su parte más cortante, rasgar o cortar o astillar algo. No necesitaba, pues, el hombre “pre humano” molestarse en tallarlas –este tipo de piedras están por todas partes y en muchos casos con laterales más cortantes que los que se presume en estas dos piedras de la foto. Tampoco la B y D parecen ser obra del hombre. ¿Para qué perdería el tiempo en trabajarlas cuando a poco que buscase por los alrededores de su hábitat encontraría decenas de estas piedras e incluso más puntiagudas?

En las siguientes imágenes tenemos muestras de piedras encontradas en la naturaleza que pueden cumplir con las mismas funciones que las llamadas “herramientas líticas” atribuidas al hombre primitivo de hace 2.5 millones de años:

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A continuación ofrecemos un pequeño reportaje de una aficionada a las piedras de sílex en el que nos presenta una gran variedad de este mineral encontrado en una playa alicantina. El reportaje está colgado en internet. La autora firma con el nombre Uryula.

Para no hacer demasiado largo el tema voy a poner aquí unas cuantas fotos improvisadas de algunos de los sílex que tengo, o al menos así los tengo clasificados. 

Están recogidos en su totalidad en una playa alicantina de piedras y grava gruesa, y aunque tengo entendido que el origen del sílex es mayoritariamente marino (sedimentario), no sé si estos míos pueden haber sido arrastrados desde el interior o bien el oleaje los ha arrojado a la orilla (o hay de todo); muchos están muy erosionados, presentando aristas suaves tras haberse roto y pulido. Los he encontrado en una gran variedad de colores, algunos con la típica costra blanquecina porosa y la mayoría sin ella, con frecuencia en forma de nódulos redondeados o casi esféricos, aunque también los hay rotos e incluso en lascas, algunas de las cuales presentan fracturas muy similares a las de origen antrópico… Muy característico también el relieve o dibujo que presentan las piezas que todavía tienen intacta su superficie original, que hace reconocibles ‘de visu’ los nódulos sin que sea necesario partirlos.

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En las Imágenes 15-16-17 y 18 vemos perfectas hachas y piezas con afiladas aristas cortantes que se producen de forma natural por toda la corteza terrestre, incluidas las montañas.

Ante este hecho y la gran similitud entre las rocas o minerales no trabajados por el hombre y las herramientas líticas propiamente dichas, se acuñó el término geofacts, con el que se pretende salir del paso cuando un utensilio lítico es finalmente descartado como producto de la mano del hombre. Un geofact es una formación de piedra naturalmente formada y que es difícil de distinguir de un artefacto hecho por el hombre. Los geofact podrían ser reelaborados fluvialmente y ser mal interpretados como artefactos.

Los geofacts son uno de los grandes escollos que los arqueólogos atraviesan al excavar un yacimiento. En el artículo, “Análisis artefacto-geofact del material lítico de la cueva Susiluola“(2007), Hans-Peter Schulz explica que los geofacts son rocas de formas múltiples que se pueden encontrar en los mismos lugares en los que los arqueólogos buscan verdaderos artefactos de los periodos de la última glaciación.

“Hay que tener en cuenta que la desglaciación produjo un tremendo desplazamiento de rocas de sus áreas originales mientras arrastraban, raspaban y rayaban todo lo que encontraban a su paso. El movimiento de las rocas originó piedras que parecen lanzas obtenidas de rocas más pequeñas muy similares a los artefactos, pero son solo un producto del derretimiento de los glaciares.”

Otro elemento que Schulz explica es la mezcla de agua natural y salada durante las glaciaciones:

“Ello originó un cambió en la ubicación de los sedimentos dentro de las rocas, como la cueva Susiluola ubicada en Finlandia. Una vez que el hielo se derritió, el sedimento y el hielo crearon algunas marcas artificiales en las rocas del tamaño de un guijarro.”

Los geofactos se interpretan como artefactos con tanta frecuencia que hay cientos de artículos dedicados a corregir la mayoría de las excavaciones. El geólogo y arqueológico Paul V. Henrich (2002) corrige al periodista Graham Hancock en el artículo “¿artefactos o geofactos?”. Presuntos artefactos encontrados en el Golfo de Cambay, India, son de hecho geofactos. Henrich ilustra con imágenes que estos artefactos eran una combinación de cemento, arena estratificada y arena laminada finamente apilada de sedimentos del lago con suficiente porosidad que parecen diseños humanos. Otras correcciones que Henrich hizo fueron los colgantes “Cambay” de Hancock, grandes objetos de roca plana con un agujero en el centro asumidos como joyas, pero que en realidad son agujeros formados por organismos marinos. Henrich sugiere que durante las excavaciones los equipos de arqueólogos deberían tener un geólogo en el yacimiento porque son expertos en formaciones rocosas y pueden ayudar a distinguir entre un artefacto y un geofacto.

Los artefactos mezclados con restos humanos ciertamente pueden contener mezclas de geofactos. En el artículo “Los supuestos artefactos del Paleolítico temprano son en realidad geofactos: Una revisión del yacimiento de KonczyceWielkie 4 en la Puerta de Moravia, Polonia del Sur”(2014), Wisniewski explica que cuando los geofactos se mezclan con artefactos en un fondo de grava fluvial, se hace muy difícil distinguirlos. Otro tema que Wisniewski cuestiona es si el yacimiento estaba habitado durante el período Paleolítico, porque los artefactos son móviles y, por lo tanto, no se encontrarían in situ. Sin embargo, las rocas que son nativas del área generalmente serán geofactos. Una sugerencia útil para decidir si un objeto es un artefacto o un geofacto es si hay rocas múltiples que tienen bordes y formas similares y este tipo de roca se encuentra en su entorno natural, entonces lo más probable es que sea un geofacto.

Un argumento que los excavadores esgrimieron fue que algunas rocas se encontraron a más de 140 metros de su entorno original, lo que significaría que podrían haber sido artefactos movidos por humanos. Sin embargo, esto fue inmediatamente refutado porque la evidencia en morrenas glaciares y depósitos fluviales-glaciares hizo que muchas rocas se movieran a una distancia similar de su entorno original. Lo que parece incuestionable es que distinguir claramente los geofactos de los artefactos no es una tarea fácil.

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A continuación reproducimos la crítica que el geólogo y arqueológico Paul V. Henrich (2002) dirige al periodista Graham Hancock en el artículo “¿Artefactos o geofactos?”.

Sin el beneficio de una revisión detallada o de publicaciones en revistas científicas, se ha dado mucha importancia a estos presuntos artefactos hallados en el fondo del Golfo de Cambay, al noroeste de la India. El problema con los comunicados de prensa y las páginas web que describen estos elementos es que proporcionan pocos datos, cuando los hay, que autentiquen la identificación de estos elementos como artefactos o huesos válidos. No basta con excitantes reivindicaciones de una pretendida civilización india perdida en un pasado remoto o tal y como se describe en la literatura védica –es necesario que las diversas partes actuantes tomen precauciones al emitir resultados sobre estos objetos.

Dada la importancia de las afirmaciones que se hacen sobre los artefactos recuperados en el Golfo de Cambay, sorprende lo poco que se ha publicado sobre el caso. Desde el momento en que apareció este artículo no se ha vuelto a publicar nada más sobre estos objetos en ninguna revista científica. En este momento, la única fuente conocida de las imágenes son artículos de periódicos, libros de divulgación (Hancock 2002a) y páginas web (Hancock 2002b). Al ser un geólogo y arqueólogo experimentado, familiarizado con los materiales líticos provenientes de los procesos pedogénicos y marinos, y utilizados para preparar artefactos y concreciones, estos objetos atrajeron naturalmente mi atención. Sin embargo, un examen de los artefactos ilustrados por Hancock (Imágenes 21, 22 y 23) (2002b en su nomenclatura) generó un considerable escepticismo por mi parte en cuanto a si muchos de estos llamados “artefactos” lo eran realmente.

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El artículo 5 de Hancock consiste principalmente en objetos, a menudo con forma irregular, que se caracterizan por un agujero central. Tales objetos, llamados “colgantes de Cambay” por un amigo arqueólogo, no son objetos hechos por el hombre. La variedad e irregularidad de estos elementos se deben a concreciones naturales. Incluso los agujeros circulares que tienen estos objetos planos se encuentran en concreciones formadas de modo natural. En el caso de los que han sido perforados por organismos marinos o formados alrededor de lugares cubiertos o con raíces, los agujeros pueden ser notablemente redondos como se ilustra en la imagen 21 (Fig. 3d de Sen – 2002: 387).

Objetos prácticamente idénticos, con agujeros y formas ilustrados por Hancock (2002b) y Sen (2002), se pueden encontrar en muchos lugares a lo largo de las costas de Texas y Louisiana y en otros lugares, Imagen 22 (Fig. 7). A lo largo de McFaddin Beach, cerca de High Island, Texas, se pueden encontrar concreciones prácticamente idénticas a los ” colgantes de Cambay” como se ve en la Imagen 23 (Fig. 7). Los “colgantes de Cambay” se encuentran diseminados por doquier, en lugares muy separados entre sí, como el lago Texoma, Texas, y el valle del río Ottawa en Ontario. Debido a los nódulos (pequeño bulto redondeado de materia distinta a la de su entorno) en los objetos encontrados en High Island, Texas, producidos por la cementación del sedimento de grano fino, incluida la arcilla y la arcilla limosa, a menudo estos objetos pueden ser indistinguibles de la cerámica, hasta el punto de confundir al arqueólogo más experimentado.

Al mirar las imágenes que Hancock ha publicado en la URL anterior, se ve claramente que exagera en gran medida la regularidad de la superficie. Aunque surcado, el perfil de este objeto ondula con bastante irregularidad. Además, las crestas no son tan continuas ni formadas como debería ser un objeto mecanizado.

Por otra parte, Hancock (2002b) parece desconocer que las concreciones que se sabe que son naturales, no hechas por el hombre, muestran el mismo “efecto estriado o girado” que describió anteriormente. Por ejemplo, la Imagen 24 (Fig. 1) ilustra concreciones del Pleistoceno que ocurren en depósitos de lagos glaciares a lo largo del río Fraser cerca de Endako y Quesel, Canadá, y que exhiben un efecto idéntico, si no mejor formado, “surcado y girado”, que los que Hancock (2002b) presume como indicativo de haber sido hechos por la mano del hombre (Imagen 25). Además, estas concreciones exhiben una simetría superior a cualquiera de los objetos que ilustra con los primeros tres elementos. Innumerables concreciones de carbonatos, como las que se ilustran en la imagen 24 (Fig. 1), ocurren en exposiciones de laminados glaciares del lago Pleistoceno dentro de la Columbia Británica Central. Una de las mejores localidades para encontrar estas concreciones es el Big Slide, un gran deslizamiento de tierra que expone limos laminados de lago a pocos kilómetros al norte de Quesel, Columbia Británica (Clague 2002). Clague (1987) describió en detalle los sedimentos estratificados en los que se producen estas concreciones.

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El artículo 9 de Hancock (2002b), imágenes 26, 27 y 28, no es convincente como artefacto ya que carece de claras “marcas de corte o herramienta” que se afirma estar presentes en esta pieza de madera. En cambio, la pieza exhibe una ruptura irregular que carece de uniformidad o estrías que es lo que aparecería en caso de haber sido cortada. De hecho, las crestas tienden a formar una base, a menudo perpendicular a la base de la ruptura, algo que no ocurriría si se hubiera cortado. Estas crestas son demasiado irregulares como para evidenciar que hayan sido hechas con algún tipo de herramienta, como cinceles o cuñas.

En cuanto a las dataciones, Hancock (2002b) presentó las siguientes fechas:

“Una pieza de madera entre los artefactos (Imágenes 26, 27 y 28) fue fechada con radiocarbono en dos laboratorios diferentes –uno dio una fecha de 8500 años y el otro de 9500 años”. De forma adicional, S.P. Gupta, de la Sociedad Arqueológica de la India (2002), afirmó:

“La datación de las piezas de madera carbonizadas que han sido extraídas del golfo Cambay, se llevó a cabo utilizando la técnica C14 en el Instituto BirbalShahni de Paleobotánica, Lucknow, y en el Instituto Nacional de Investigación Geofísica, Hyderabad. Los resultados preliminares del análisis de muestras revelaron que el ámbito de edad estaba entre 8150 y 7680 a.P. (por el Instituto BirbalShahni) y 9910-9330 a.P. (por el Instituto Nacional de Investigación Geofísica)”.

En primer lugar, hay un problema significativo con la procedencia de este espécimen. Según los informes disponibles, esta pieza de madera simplemente fue dragada del fondo de la bahía de Cambay. No hay evidencia de que estuviese asociada con supuestas ruinas o artefactos. No se puede saber si esta pieza de madera ha sido erosionada por los depósitos costeros o fluviales del Holoceno y transportada por las corrientes marinas donde fue encontrada o si fue enterrada in situ. Incluso si las fechas de radiocarbono no se contradicen entre sí, se desconoce su fecha exacta. Es un problema muy común datar material orgánico con radiocarbono y que dé fechas inconsistentes con las curvas del nivel del mar dentro de los sedimentos de la plataforma continental interna de la India, de la cual el Golfo de Cambay es una extensión, como lo documenta Mascarenhas (1997). Por lo tanto, las fechas de radiocarbono obtenidas de la pieza de madera ilustrada por Hancock (2002b) son prácticamente insignificantes en cualquier interpretación de material encontrado en el Golfo de Cambay.

En segundo lugar, Hancock (2002b) exageró la edad de la muestra más joven. La fecha de 8500 a.P. que proporciona arriba es claramente demasiado antigua, 600 años más que la fecha proporcionada por Gupta (2002) de entre 8150 a 7680 a.E. Esto es significativo porque este error minimiza la considerable diferencia de edad entre las fechas obtenidas por el Instituto BirbalShahni de Palaeobotánica y el Instituto Nacional de Investigación Geofísica.

Dos fechas claramente diferentes de la misma pieza de madera probablemente signifique que hay problemas importantes con la muestra fechada o con el proceso de datación de la madera. Es posible que una de estas fechas no refleje con exactitud la edad de la muestra, pero hasta que no se realicen otras dataciones, la interpretación de ambas fechas sigue siendo incierta. Además, es difícil interpretar cualquier fecha sin información relacionada con los tiempos de conteo, los valores de isótopos de carbono, las especies de madera y otros datos importantes.

Por ejemplo, saber si los fragmentos de plantas o de madera provienen de un conjunto vegetal C3 (judías, arroz, trigo y todos los árboles-en hábitats templados y húmedos), C4 (maíz, caña de azúcar-en hábitats calientes y soleados) o CAM (cactus, euphorbia, algunas orquídeas-en hábitats muy calientes y secos) puede ser información muy útil. Si la proporción de isótopos de carbono que caracteriza a una planta C3, C4 o CAM es incompatible con la identificación de la planta por parte del paleobotánico, la fecha del radiocarbono será claramente problemática y potencialmente errónea. En este caso, el arqueólogo debe informar y discutir la implicación del problema.

No debemos olvidar que suele ser bastante fácil y bastante común que los no geólogos se confundan con las formaciones rocosas naturales. Cuando se enfrentan a fenómenos naturales con los que no están familiarizados, incluso los arqueólogos mejor preparados pueden equivocarse. Un caso en el que participé personalmente se refería a algunas anomalías magnéticas encontradas en la isla de Breton, PlaqueminesParish, Louisiana. Sobre la base de anomalías magnéticas muy bien definidas se supuso que existían restos de naufragios sumergidos cerca de la costa de la isla Breton en cinco lugares. En las pruebas preliminares de estas anomalías magnéticas no se encontraron pruebas de material cultural, excepto grandes concentraciones de nódulos calcáreos que posiblemente podrían interpretarse como lastre. Un estudio detallado de los nódulos mostró que eran demasiado blandos como para ser un lastre y que los isótopos de radio eran muy recientes, de entre cinco y ocho años, como para pertenecer a naufragios históricos. Los análisis petrográficos e isotópicos del presunto lastre mostraron que se trataba de concreciones de carbonato creadas por la precipitación de carbonato de calcio como resultado de la oxidación de la filtración de metano de los estratos sedimentarios subyacentes. Se determinó que estas concreciones también eran magnéticas a causa de la formación de minerales magnéticos portadores de hierro contemporáneos con la precipitación de minerales de carbonato. El resultado de las investigaciones mostró claramente que lo que los arqueólogos interpretaron como anomalías magnéticas y lastre asociado con naufragios, de hecho, eran “pseudo naufragios” creados por procesos naturales asociados con la degradación de hidrocarburos que se filtran de forma natural hasta el fondo del mar (Irion y Heinrich 1986).

Hay varias conclusiones que podemos extraer de este pequeño estudio sobre la supuesta edad de piedra.

En primer lugar, hemos visto cómo los “científicos” de todas las áreas del saber están demasiado interesados en la gloria personal y sacrifican el rigor e incluso la honestidad con tal de publicar los primeros, aunque sepan que sus “descubrimientos” puedan no ser tales. Esto hace que en arqueología haya siempre el mismo proceso –se anuncia un hallazgo (yacimiento con restos humanos, herramientas o cualquier otro tipo de manifestación cultural) sin que su procedencia y datación pueda ponerse en duda; se vuelven a analizar todos los elementos hallados y comienza la discusión entre “sabios”, las acusaciones y el intento de desprestigiar a los otros; finalmente se olvida el asunto y no vuelven a aparecer más artículos en ninguna revista especializada. Si intentamos seguir cualquier hallazgo arqueológico, veremos que enseguida de haber comenzado lo que podría considerarse una tarea fácil y cómoda, nos encontraremos en un bosque en el que han desaparecido todos los caminos y todas las señales –concluimos que será mejor volver y ocupar nuestro tiempo en otros menesteres más rentables. Ellos lo saben, y saben que el hastío de la gente juega a su favor.

En el periódico “la Vanguardia”, en la sección “ciencia y cultura”, apareció el 29/04/2018 un artículo titulado: “Los grandes tramposos de la ciencia: fraudes, chantajes y suicidios”.

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Entre los científicos ha existido siempre una tremenda rivalidad en su afán por ascender hasta el último peldaño en la escala del chamanismo –verdadero nombre que se debería dar a la ciencia.

Un ejemplo de ello fue la lucha que protagonizaron los paleontólogos estadounidenses Edward Drinker Cope y Othniel Charles Marsh en la conocida como “Guerra de los Huesos” en el siglo XIX. Calumnias, destrucción de yacimientos, hurtos, mentiras y un sinfín de barrabasadas enredaron la labor científica de los descubridores de especies de dinosaurios tan populares como el diplodocus, el alosauro, el estegosaurio o el triceratops. Su enemistad les empujó a describir entre los dos un total de 142 nuevas especies de animales extintos.

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En los años 20, un grupo de sapos parteros –una especie que vive y se reproduce en tierra– fue obligado a vivir en el agua. Según el artífice del experimento, las crías se acostumbraron al medio acuático, donde se aparearon. El resultado fue una tercera generación de estos anfibios que ya estaban empezando a desarrollar unas almohadillas negras en sus patas delanteras, un rasgo típico de especies acuáticas.

Hasta aquí todo podría parecer un exitoso capítulo de la historia de la ciencia, si no fuera porque el artífice de los experimentos, el biólogo austriaco Paul Kammerer, fue acusado de falsear los resultados inyectando tinta negra a los sapos para simular las almohadillas. Incapaz de defender sus resultados, Kammerer se suicidó en septiembre de 1926.

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En 2002 se desveló que uno de los científicos más prometedores del siglo, el físico alemán Jan Hendrik Schön, había inventado la mayoría de sus resultados.

“Lo más asombroso de Hendrik era que cada cosa que tocaba parecía funcionar”, decía Paul McEuen, de la Cornell University, en un documental que emitió la cadena británica BBC. Esto se tradujo en un prolífico número de publicaciones. El físico, que fue contratado en 2010 por los prestigiosos Laboratorios Bell en EE UU, cuna de once premios Nobel, llegó a producir de media un estudio cada ocho días. Muchos de ellos se publicaron en revistas como Nature o Science.

Dos de ellos tuvieron un importante impacto entre la comunidad científica, ya que se demostró la creación de transistores a partir de moléculas individuales. Fue aquí donde empezaron las dudas. Cuando Lydia Sohn, ahora investigadora de Ingeniería Mecánica en la Universidad de California en Berkeley, los analizó detenidamente, notó que los resultados de los experimentos eran idénticos y pensó que Hendrik pudo haber cometido algún error. Al consultarlo con McEuen, los científicos encontraron un tercer experimento en el que se empleaban los mismos datos. Ya no podía tratarse de una equivocación.

Sohn y McEuen, junto con otros científicos que se unieron a ellos, pronto hallaron más resultados duplicados. Tras una investigación de cuatro meses, se concluyó que el físico alemán usó de manera imprudente datos que había inventado deliberadamente. Además, ninguno de sus colegas había presenciado los experimentos y la información original para llegar a sus resultados había sido eliminada por Hendrik, según dijo, porque no contaba con suficiente memoria en su ordenador personal.

El niño de oro de la física, cuyo nombre sonaba incluso para el Premio Nobel, fue despedido después de ser acusado de 16 cargos de mala conducta científica. Dos años más tarde, la Universidad de Constance (Alemania), donde se había doctorado, le retiró el título, a pesar de no haber encontrado indicios de haber manipulado su propia tesis. En octubre de 2002, la revista Science retiró ocho artículos escritos por Hendrik. Nature hizo lo mismo en marzo de 2003 con otros siete.

En segundo lugar, hay una inexplicable insistencia en hacer retroceder en el tiempo la presencia de los homínidos, el grupo de primates que comenzó a evolucionar hasta llegar al homo sapiens. Esta evolución tuvo necesariamente que ser muy larga para que tenga una cierta lógica el paso del australopitecus (australopitecus afarensis, australopitecus africanus, australopitecus robustus), homo habilis, homo erectus, homo neandertal… al hombre moderno de hoy. Por ello, si no encontramos ninguna prueba física de su existencia durante una franja de tiempo de unos 2.8 millones de años, significaría que esa separación se habría producido no hace más de 40000 años, lo cual significaría a su vez que no ha habido evolución. Silencio sepulcral. Reconocer este hecho ocasionaría una hecatombe mayor que una tercera guerra mundial. En este sentido, la arqueología juega un papel fundamental a la hora de mantener este ridículo supuesto evolutivo. De hecho, son los departamentos que más presupuesto tienen en todas las universidades del mundo.

Sin embargo, como hemos podido comprobar a lo largo de este artículo, las pruebas que ofrece la arqueología moderna sobre la existencia de homínidos hace 2.5 millones de años, son inconsistentes con un análisis serio de las mismas. Todas esas herramientas y utensilios que presentan como fabricados por esos homínidos no son, sino geofacts, geofactos, rocas y minerales que a lo largo de su dilatada historia se han ido transformando hasta dar con formas y texturas que se asemejan incluso a piezas de alfarería.

Antes del 40000-50000 a.E. no hay control del fuego, no hay agricultura ni ganadería (no hay animales de rebaño), no hay navegación (no hay calafateado), no hay curtido de pieles, no hay armas propiamente dichas, no hay producción textil, no hay espiritualidad consciente no-chamánica ni lenguaje conceptual abstracto. Todas estas técnicas y capacidades se desarrollarán en el tiempo del hombre completo, insan.

En tercer lugar, el análisis de si esos objetos encontrados en diferentes lugares de la Tierra son artefactos o geofactos, no sólo incumbe a los arqueólogos y geólogos, sino también a la racionalidad de las consecuencias que la fabricación de dichos artefactos supondría en la estructura social de aquellos hombres o pre-humanos.

En la actualidad, una de las prácticas más habituales por parte de los arqueólogos es la de crear un escenario similar al del hombre prehistórico y producir sus mismos artefactos y pigmentos. Ni un solo equipo lo ha logrado hasta ahora. Todos ellos han tenido que servirse de productos modernos manufacturados. En este artículo: “Los pigmentos en la prehistoria, proyecto de experimentación térmica con óxidos e hidróxidos de hierro” de Carla Álvarez Romero, aparecido en el boletín de arqueología experimental ― número 9, 2012, leemos el siguiente comentario:

Los tres minerales usados para llevar a cabo la experimentación son el hematites, la goethita y la limonita, óxidos e hidróxidos de hierro, que como ya se ha comentado antes, diversas analíticas de pinturas paleolíticas han mostrado su utilización para fabricar pigmentos y con ellos realizar representaciones.

Cada uno de ellos tiene unas características mineralógicas singulares, las cuales, en mayor o menor medida han afectado a la realización del trabajo, como puede ser, por ejemplo, la dureza, en este caso a la hora de reducirlos a polvo.

Los minerales son de origen comercial, obtenidos en diferentes tiendas especializadas y ferias de minerales, debido a la imposibilidad de poder buscarlos en la naturaleza por la falta de conocimientos geológicos, tanto el hecho de no saber la localización de menas de estos minerales en las proximidades, como no reconocerlos.

Suponemos que después de aparecer este artículo la habrán echado de la Complutense de Madrid. O quizás, no. Se trata de hacernos creer a todos que esos hombres prehistóricos eran mucho más sapiens que nosotros, ya que ellos sí sabían reconocer y extraer los minerales para fabricar pigmentos.

En cuarto lugar, la lógica también debe jugar su papel, ya que es una excelente guía que nos impide delirar o desarrollar teorías que repugnen a la razón.

Suponemos que estos arqueólogos nunca han tirado con arco. Si hubieran practicado este noble arte habrían descartado la posibilidad de que esos pre-humanos fabricasen flechas con punta de piedra. Las puntas de flecha deben ser menos pesadas que las propias flechas, excepto si el arco tiene la potencia de propulsarlas a una enorme velocidad, cosa que sólo pueden hacer los modernos arcos de poleas. Aun suponiendo que esos pre-humanos hubiesen logrado fabricar arcos de esa potencia, una flecha de piedra nunca podría atravesar la piel de un venado, mucho menos la de un mamut.

Cuando observamos las tribus que de forma más aislada viven hoy en el mundo, manteniendo sus formas de vida tradicionales, vemos que sus armas –mayoritariamente arcos y lanzas– no están provistas de puntas de piedra, sino que son las propias varas de bambú o palos las que ofrecen sus puntas que de forma natural se producen o las originan ellos mismos machacando o raspando uno de los extremos de dichas varas.

Sin embargo, esa “tecnología” la han adquirido en sus esporádicos contactos con los insan. El hecho de que algunas de estas tribus utilicen machetes de hoja de hierro muy larga, significa una constante relación con occidentales o con los propios gobiernos, que son quienes se los proporcionan. El bashar, el primer formato humano, no caza, sino que recolecta alimentos.

Fijémonos en esta ingenua imagen:

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Qué se supone que están amarrando esas cuerdas? Si las puntas de piedra están metidas en palos, obviamente las cuerdas no sujetan nada atándose alrededor de la piedra, ya que la piedra es rígida. Si el palo está situado detrás de las puntas, ese amarre no duraría ni el primer impacto, ya que una simple cuerda vegetal o de cualquier otro material, no puede sujetar esa formación. Además, cuánto tiempo durarían esas lianas alrededor de aristas tan cortantes. ¿De dónde consiguieron esas cuerdas, pongamos, los pre-humanos de Creta?

Nunca ha habido edad de piedra. Nunca ha habido pre-humanos –los primeros humanos surgieron de la tierra en su forma bashar y después se llevó a cabo su actualización (insan). Todo lo anterior a los bashar son animales, primates, monos, orangutanes o los nombres que quieran darles. Esta realidad está en todos las revelaciones y es transportada en mitos y leyendas de todos los pueblos de la Tierra. (ver artículo XVII, referencias F3, F6 y apéndice L).

F7-TECNICAS Y PROCESOS EN EL ARTE PARIETAL

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El fenómeno de las pinturas rupestres forma parte de la Teoría General de la Confusión Universal (TGCU), institución ésta que aparte de invisible a los sentidos humanos se ha camuflado eufemísticamente bajo diferentes denominaciones a lo largo de la historia –método científico, rigor científico, akademia, NASA, racionalismo, naturalismo… y otros términos y siglas imposibles de recordar.

No obstante, lo cierto es que tras invertir trillones de dólares y emplear a las “mejores mentes” de cada generación, la TGCU sigue sin explicar el embarazoso fenómeno de las pinturas rupestres.

Empezaremos con una simple pregunta: ¿Acaso no les sorprende a esos especialistas el hecho de que existan las mismas formas (en este caso, manos) realizadas con las mismas técnicas y utilizando los mismos pigmentos en cuevas de Australia, Arabia, España o Indonesia, por no citar, sino algunos de los lugares más emblemáticos? ¿Acaso no es sorprendente? ¿Acaso no nos están indicando algo concreto, algo que deberíamos entender?

Aquí los arqueólogos y paleontólogos tienen el mismo problema que los biólogos –¿Cómo es posible que unos aminoácidos formasen proteínas y luego moléculas de ARN y de ADN hasta configurar una célula y ésta, junto con otras, originase hígados, ojos, riñones… órganos éstos cuyo funcionamiento el hombre de hoy no conoce al detalle ni puede crearlos artificialmente con una eficacia que al menos alcance el 70% con relación a los órganos naturales? Es la misma pregunta que podemos hacer a los arqueólogos –¿Cómo es posible que los especialistas en arte, los psicólogos, psiquiatras, historiadores… no entiendan las representaciones de un puñado de “hombres primitivos”? Hay muchas más preguntas –¿Por qué unas tribus cuya existencia estaba basada en la supervivencia, en conseguir alimentos y protegerse contra la agresividad de otras tribus, dedicaban gran parte de su tiempo en pintar manos en los lugares más inaccesibles y peligrosos, en los lugares más incómodos y oscuros? Si nos inclinamos por otorgarles una rara capacidad artística, nos encontraremos con que la gran mayoría de los conjuntos rupestres carecen de la más mínima estética –son más bien amontonamientos de figuras o trazos sin ninguna armonía.

En las siguientes imágenes se puede apreciar la cacofonía pictórica que domina la gran mayoría de estos conjuntos rupestres:

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¿Para qué entonces perdían el tiempo de esa forma? No olvidemos que hay pinturas rupestres que se pierden en el tiempo pre-histórico y anteceden al insan (65.000 años). ¿Las realizó entonces el bashar, su hombre de neandertal? Cuando analicemos las técnicas de ejecución y los procesos para obtener los pigmentos, veremos que es imposible dar a los bashar esa capacidad y esa motivación.

¿Podemos entonces concluir que todas esas realizaciones pictóricas tenían algún objetivo religioso, ceremonial, chamánico? Tampoco esta teoría parece que sea razonable, ya que como vemos en las imágenes anteriores y en la mayoría de las expresiones pictóricas rupestres no hay ningún simbolismo –son dibujos, trazos, imágenes que nada tienen que ver unas con otras, amontonadas y a veces superpuestas. A parte de eso, muchas de estas representaciones están en lugares inaccesibles para el hombre, en pasadizos en los que reina una absoluta oscuridad o en los techos de túneles de apenas 1 metro de altura.

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En la Imagen R4 vemos una gran concentración de manos dispuestas en todas las direcciones (por lo tanto, no son indicadores de lugares). No parecen manos humanas. La estilización de los dedos resulta extraña en hombres de hace 20.000 o 40.000 años. Tampoco resulta creíble que sean manos de niños o de mujeres. Muchas de estas pinturas están en lugares de muy difícil acceso o, incluso, en acantilados. Imaginemos el escenario –montar un tipo de andamio, levantar al niño (si se trata de una mujer, todavía resulta más inverosímil) hasta que su manita alcance el techo y pulverizar con pigmento a su alrededor.

Por otra parte, dentro de los cuatro círculos (amarillos y rojos) vemos manos muy blancas junto a manos muy oscuras. No podemos explicar este fenómeno aduciendo a que las oscuras se crearon por impresión de las manos previamente tintadas, ya que como se ve en la mano oscura del círculo rojo de arriba y en la del círculo amarillo de la izquierda, hay un pulverizado a su alrededor idéntico al que hay alrededor de las manos blancas. En el círculo amarillo de la derecha, la mano que está debajo y a la derecha es extremadamente estrecha y alargada. ¿De quién pudo ser?

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Fijémonos ahora en la Imagen R5. La roca sobre la que se han realizado las pinturas es de un color uniforme. Todas las manos son blancas excepto la del centro que es bastante oscura. No se aprecia pulverización a su alrededor y no podemos deducir por ello que se haya realizado por impresión, ya que el manchón es totalmente uniforme, perfecto, sin derrames. Por otra parte, se aprecia una gran diferencia de tamaño y grosor entre las dos manos de arriba y las dos de abajo.

Ya hemos dicho que no son manos humanas ni tampoco se han hecho, como veremos más adelante, utilizando la técnica de lanzar pintura pulverizada sobre la mano colocada contra la pared (estarcido).

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En la imagen R6 se ven dos manos con tres dedos que parecen acabar en uñas muy largas y en punta. El dedo central es muy largo y grueso, mientras que los dos laterales son mucho más cortos. Por otra parte, la última mano de la derecha es extremadamente estilizada con cinco dedos de igual altura y un sexto que hace de pulgar. ¿De la mano de quién se ha hecho el estarcido? ¿De la mano de quién se ha hecho el estarcido de la Imagen R7 con 6 dedos? ¿Realmente la técnica del estarcido es la que se ha utilizado en las pinturas de manos?

Volvamos a la Imagen R6. Hay una superposición de las dos últimas manos de la izquierda en el extremo de abajo. Al estarcir la mano inclinada hacia la izquierda que se superpone sobre la mano en sentido vertical, ésta habría quedado cubierta por el estarcido de aquella, o viceversa –aquella habría quedado cubierta por el estarcido de ésta. Sin embargo, no ha sido así. Incluso se ven las puntas de tres dedos superpuestas sobre la mano vertical

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En las Imágenes R8 y R9 se ve de forma más evidente que esas dos manos no se han podido pintar usando la técnica del estarcido. Si la mano de la derecha en la Imagen R8 se hubiera pintado antes que la mano de la izquierda, la pintura pulverizada alrededor de aquella habría cubierto al menos dos dedos de la mano de la izquierda y un tercio de la palma como vemos en la Imagen R9. No obstante, no hay duda de que la primera mano que se pintó fue la de la izquierda, ya que el dedo pulgar de la mano de la derecha está por encima del pulgar de la mano de la izquierda.

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De nuevo vemos en las Imágenes R10 y R11 manos de seis dedos. En la Imagen R10, marcada con una flecha roja, se distingue una mano de 4 dedos. Sin embargo, lo que más sorprende es la gran estilización de los dedos y de las muñecas. Ya hemos explicado en párrafos anteriores que no pueden ser manos de niños ni de mujeres debido a la dificultad de que pudieran llegar por sí mismos a los lugares en los que se encuentran las manos pintadas –techos de más de 3 metros de altura, acantilados, salientes de rocas… No pareen manos humanas, ni tampoco parece que sea humano el “artista” que las ha realizado. Las líneas que contornean las manos son casi perfectas, lo cual es imposible, ya que al retirar la mano después del estarcido se correría la tinta quedando, en el mejor de los casos, a modo de pequeños manchones o estiramientos de los dedos. Por otra parte, debemos tener en cuenta que el secreto del estarcido reside en que la plantilla sea totalmente lisa y superpuesta a una superficie también lisa de forma que entre ambas no haya el menor abultamiento. Tratándose de una mano sobre una pared rocosa, la técnica del estarcido resulta inoperante. Sin embargo, en ninguna de las miles de manos pintadas se observa el menor corrimiento de tinta.

Otro aspecto fundamental a la hora de preguntarnos si esos hombres de hace 20.000 años pudieron o quisieron realizar este tan agotador como inútil trabajo, es la técnica en sí que esta obra pictórica conlleva. Es un trabajo tan extraordinario que requiere un conocimiento metalúrgico tan avanzado que resulta casi ridículo asociarlo con estos hombres:

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Todas estas tribus y otras muchas de la Patagonia chilena y argentina hace tiempo que han entrado en contacto con la “civilización”, con el fuego, con telas y objetos de hierro. Sin embargo, cuesta creer que sus ancestros pasasen el tiempo recorriendo decenas y a veces cientos de kilómetros para encontrar los minerales apropiados y después procesarlos hasta convertirlos en pigmentos capaces de mantener su lustre durante miles de años. Leonardo de Vinci, un renacentista italiano del siglo XVI, nunca logró dominar la técnica de fabricar sus propias pinturas, sus pigmentos, y sus obras están en continua restauración –las cuales no tienen más de 500 años.

Ninguna de las tribus actuales, esparcidas por América, África y Nueva Guinea pintan en cuevas o en árboles o decoran sus chozas. Las pinturas rupestres más recientes tienen más de 1500 años. Si les mostrásemos a todas estas tribus las cuevas de las Manos o las de Altamira, ¿piensan los arqueólogos e historiadores que podrían interesarse por continuar la supuesta labor de sus ancestros, buscar los materiales y fabricar pigmentos? No parece lógico pensar que las tribus de hoy estén más retrasadas que las que les precedieron, ya que eso iría contra la propia idea de evolución y progreso que impera en los círculos akadémicos. Sin embargo, ninguna tribu de las que hoy pueblan las islas de Pascua, las islas Salomón o los valles que rodean el Machu Pichu admitirá que fueran ellos o sus ancestros quienes esculpieran esas estatuas o edificaran esas pirámides. Siempre hablarán de gente venida de allende los mares, gente extranjera, gente de fuera. Esa es la realidad –a pesar de que no guardan en la memoria colectiva el escenario completo, todavía hablan de otras gentes que llegaron a sus territorios y construyeron, esculpieron y desarrollaron una gran civilización.

Por otra parte, según el estado actual del conocimiento arqueológico reconocido por la ciencia oficial, los objetos de cerámica con interior vacío –pucheros y vasijas donde se podía cocinar y almacenar comida– datan del 8.000 a.E., y esto en las zonas que cubren los encuadres del Mapa 1AG, del Apéndice G. En el resto de la Tierra, esta técnica llegará mucho después.

Imaginemos que nunca hemos visto pinturas, ni dibujos, ni pinceles, tarros de tinta o tubos de oleos. Recolectamos frutos silvestres, granos, carne de animales muertos, algún pescado. Nos reproducimos y a veces entramos en guerra con otras tribus vecinas. Esta es la versión oficial de la akademia, no la nuestra. Dentro de esa rutina milenaria, un día, alguien decide pintar en las paredes de las rocas animales, escenas de caza, manos, miles de manos, espirales, figuras geométricas… pero no sabe cómo hacerlo. La tribu entonces se reúne en consejo y comienza un brainstorming o reunión creativa. Uno plantea que quizás podría servir la sangre como colorante. A todos parece bien la idea y comienzan a rajarse con piedras. Cuando ya han llenado el hueco de una piedra que había por allí, el artista se dirige a la pared y unta el dedo índice en la sangre colectiva. Aquello no se parece a la imagen que se representaba en su imaginación. Lo intenta de nuevo, pero se da cuenta de que la sangre se ha coagulado. El jefe de la tribu con un lacónico “mañana será otro día” da por terminada la sesión. El artista no puede dormir y despierta a varios de sus mejores amigos. Se internan en la selva y siguen por su cuenta con el brainstorming. ¿Podrán siquiera sospechar que existen minerales los cuales una vez extraídos, pulverizados y calentados a 500oC y más tarde mezclados con los aglutinantes apropiados para asegurar la adherencia de la materia colorante, darán origen a estupendos pigmentos con los que podrán realizar las representaciones pictóricas más variadas? En cuanto a los pinceles… el asunto estaría rayando la locura.

Veamos ahora el proceso que siguieron esos hombres y que a los arqueólogos no les sorprende en absoluto. Hemos elegido un trabajo de Carla Álvarez Romero aparecido en el boletín de arqueología experimental.

No obstante, y con pequeñas variaciones, este trabajo sigue al pie de la letra las premisas y conclusiones a las que llega la corriente oficial. En cualquier trabajo que leamos sobre las técnicas que utilizaban los hombres del paleolítico para fabricar sus pigmentos encontraremos los mismos y sorprendentes procesos. Ninguno de estos arqueólogos habría podido fabricar nunca esos pigmentos sin un previo y exhaustivo estudio basado en trabajos anteriores y en la experiencia de cientos de arqueólogos que llevan casi 200 años experimentando y analizando esas substancias con los medios más sofisticados que ha producido la tecnología del hombre moderno de hoy.

¿Cómo entonces se imaginan estos arqueólogos que el hombre paleolítico llegó a ese conocimiento sin esos estudios y experimentos previos? Veámoslo:

LOS PIGMENTOS EN LA PREHISTORIA

Proyecto de experimentación térmica
con óxidos e hidróxidos de hierro
BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL ― Número 9, 2012
Carla Álvarez Romero

“Los pigmentos minerales aparecen en la naturaleza pulverizados o en bloques de magnitudes dispares y en una acusada variabilidad tonal; no obstante, la tonalidad primigenia puede ser modificada con la intervención del calor por calcinación” (Sanchidrián, 2001, p. 56). “Los Laboratorios de Geología del Cuaternario y de Sedimentología de la Universidad de Marsella, a partir de varios análisis de muestras arqueológicas y naturales, por medio de difractometría de rayos X y de observaciones en microscopio electrónico, han llegado a determinar la presencia de una hematites anormalmente cristalizada, llamada hematites desordenada, obtenida por intervención humana a través del calentamiento de fragmentos de goethita con el fin de obtener pigmentos de color rojo vivo. Hasta ahora se había sugerido varias veces esta posibilidad, pues es bien conocido el cambio de coloración que sufren los llamados “ocres amarillos” (goethitas, limonitas) al ser calentados por encima de 260ºC. La deshidratación de la goethita provoca la aparición de esta hematites desordenada, que no se encuentra en estado natural y que conserva ciertas características especiales, testimonio de un calentamiento intencional” (San Juan, 1991, p. 108).

“Testimonio de un calentamiento intencional”… ¿De quién? ¿Realmente piensan estos “especialistas” que su neandertal sabía que se pueden modificar las tonalidades primigenias con la intervención del calor por calcinación? ¿Sabían que a 260ºC los ocres amarillos sufren un cambio de coloración? ¿Lo sabíamos nosotros? ¿Tras cuántos años de estudio y experimentaciones han llegado estos arqueólogos a saberlo? Más aún ¿dónde calentaban esos minerales?

Es a partir de estas dos premisas donde comienza el trabajo de experimentación térmica con óxidos e hidróxidos de hierro. Ambas afirman el conocimiento que tendrían las sociedades paleolíticas sobre los tratamientos térmicos que se les podrían realizar a los minerales de hierro para obtener otros colores y tonalidades diferentes a cómo se los encontraban en la naturaleza, y así poder tener, una paleta cromática más amplia y suplir la escasez de colorante rojo que se da en determinadas áreas. También sabemos gracias a diversos análisis de pinturas paleolíticas, que muchos de los pigmentos de tonalidades negras que usaron, están hechos a partir de materia vegetal expuesta al fuego (aunque también se realizaría a partir de óxido de manganeso), con lo cual no sería tan raro que también expusieran al fuego estos otros. Con este trabajo se pretende contrastar a nivel empírico los procesos tecnológicos seguidos por los grupos de homo sapiens en el arte prehistórico parietal, comenzando por la molturación y la molienda del mineral quedando reducidos a un fino polvo, pasando por el correspondiente tratamiento térmico para ver los cambios de tonalidades que se producen, y finalizando con la mezcla de los aglutinantes necesarios para llegar a la condición de pigmento y que su aplicación sea más fácil y sencilla.

Es decir, que el hombre del paleolítico sabía cómo tratar térmicamente los minerales de hierro y el óxido de manganeso. Imaginemos por un instante lo que este conocimiento habría supuesto en sus sociedades. Por otra parte, en muchos casos y según sus clasificaciones no estaríamos hablando del homo sapiens, sino del neandertal –en varios lugares, como Altamira, se han datado pinturas anteriores a 65.000 años. No obstante, poco importa este dato, pues si un grupo de californianos decidiese irse a vivir a cuevas de algún valle de Utah, nunca lograrían fabricar esos pigmentos –muchas de esas pinturas están en lugares totalmente expuestos a la intemperie y a las inclemencias del tiempo sin que ello haya hecho que desaparezcan. Saquemos a la calle todos los cuadros que descansan en salas climatizadas del museo del Louvre y veamos cuánto tiempo se mantienen.

Otro de los objetivos es poder hacer una paleta cromática con los distintos tonos y colores que obtenemos en los diferentes pasos de la cadena operativa a partir de muestras de tres minerales: hematites u oligisto, goethita y limonita. Las variables con las que se han trabajado han sido las siguientes:

      • Muestras de minerales: Hematites, goethita y limonita.
      • Temperatura: Mineral en bruto (sin que sufran ningún tipo de tratamiento térmico), 200ºC y 300ºC. Se han escogido estas temperaturas para realizar la experimentación ya que, aunque sabemos casi con certeza que las sociedades del Paleolítico ya dominaban perfectamente el fuego y los hogares y que podían alcanzar en algunos casos, incluso temperaturas más altas, estas temperaturas podrían ser una buena media.
      • Tiempo: El tiempo al que se va a exponer al mineral a una fuente calorífica será de media hora y de una hora, para poder apreciar el cambio de tonalidad que se produzca. No creemos viable el hecho de que estas sociedades tuvieran más de este tiempo los minerales en el fuego.
      • Aglutinantes: Como aglutinantes para la realización de los pigmentos se ha decidido utilizar grasa animal (en este caso manteca de cerdo de origen comercial) y huesos triturados, los cuales también han demostrado las analíticas que serían utilizados como aglutinantes en parte por el contenido de tuétano que aportan.

Los datos obtenidos en la experimentación se presentarán en una tabla sobre un folio blanco, usando el blanco como elemento neutro para la colorimetría. En la experimentación hay un elemento insalvable debido a que según el color del soporte sobre el que se aplique la materia colorante la tonalidad variará, y no podemos saber con exactitud cuál sería la tonalidad y el color de los pigmentos originales ya que es muy difícil establecer cómo se han ido deteriorando los pigmentos durante todo este tiempo.

Imaginemos ahora el tiempo, el esfuerzo y el conocimiento necesarios para fabricar pigmentos con los que pintar manos o bisontes.

En cuanto al dominio del fuego sabemos con certeza que el hombre del paleolítico no lo controlaba en absoluto. Dominar el fuego significa metalurgia, cerámica, calafateado, navegación… (ver referencia F2). En cuanto al elemento insalvable no debería ser tal, ya que si sabemos cómo fabricaban los pigmentos, con qué minerales, a qué temperaturas y a qué aglutinantes mezclaban las substancias después de haber estado sometidas a 260ºC y aplicamos los pigmentos así obtenidos sobre las paredes rocosas de alguna cueva, nos dará la coloración y tonalidad que les daban a ellos. Aunque es posible que esos hombres del paleolítico no tuvieran acceso a la grasa de cerdo comercial.

Es una constante que en los yacimientos prehistóricos aparezcan materias colorantes en formas de nódulos, de colorante en polvo en depósitos de diferente naturaleza o en forma de coloración asociadas a sedimentos o instrumentos. Esto ya fue atestiguado por los primeros investigadores antes incluso de que las pinturas parietales fuesen conocidas y reconocidas, pero estos vestigios han tenido hasta hoy un papel menor en el estudio científico. Con la aparición del arte paleolítico estos colorantes fueron rápidamente asociados a él, pero más tarde comenzaron a realizarse numerosos hallazgos de restos de coloración en sepulturas de diferentes humanos, lo que llevó a que los estudiosos comenzaran a concederles un papel “religioso o ritual”. (San Juan, 1991, p.105; García Borja et alii, 2004, p.37).

Para que se pueda realizar una interpretación adecuada de estos colorantes es necesario, en primer lugar, que en las memorias de excavaciones arqueológicas se anoten las diferentes coloraciones de los suelos, las acumulaciones de óxidos de hierro o manganeso en restos de hogares y el contexto en el que aparecen, ya que si estos datos no son tomados de una manera rigurosa muchos de ellos acabarán en el apartado de “materiales varios” y no se podrán hacer estudios ni investigaciones. Estos análisis de contextos han permitido que hoy en día se puedan hacer distinciones y se hayan propuesto tres funciones básicas de la materia colorante en la Prehistoria:

      • La expresión artística: Siendo las más destacadas las realizadas en soporte duro, tanto parietal como mueble, pero en este apartado también deberíamos tener en cuenta las efectuadas sobre soporte blando, es decir, las pinturas corporales.
      • Uso doméstico: Usado para diversas funciones, desde el curtido de pieles hasta el desecamiento de tendones para utilizarlos en el enmangue de diversos útiles.
      • Función funeraria: Valor simbólico de la materia. (San Juan, 1991, p.106; García Borja et alii, 2004, p.38).

En estos párrafos encontramos numerosas imprecisiones y supuestos arbitrarios. Los hallazgos de colorantes en habitaciones del paleolítico no prueban en absoluto que los preparasen esos hombres. La oxidación y petrificación de substancias orgánicas o inorgánicas naturales que se adhieren a otros coloreándolas o cambiando su tonalidad es algo que vemos cada día a nuestro alrededor. Es lo mismo que suponer, cuando nos encontramos con un trilobites, que el hombre del paleolítico lo hubiera esculpido.

Por otra parte, “conceder” un papel religioso a algo no quiere decir nada. Deducir al ver piedras o sedimentos coloreados que esos grupos humanos tenían un sistema religioso indica el desconocimiento del fenómeno religioso y sus implicaciones de quien hace tales deducciones. El término religión sólo puede aplicarse al insan, quien adquiere este concepto a través del sistema profético que aprende de los malaikah y posteriormente de los Profetas.

En cuanto a las funciones básicas de la materia colorante en la Prehistoria debemos puntualizar que el bashar no tiene conceptos de arte. Estos son únicamente del insan. En segundo lugar, no hay curtido de pieles en el paleolítico. Las manifestaciones más tardías de esta técnica aparecen en Arabia, Egipto y Mesopotamia hacia el 2.500 a.E. (ver apéndice G, apartado IV). Por último, no hay función funeraria porque no hay función religiosa.

La materia prima de la que se extraen los colorantes tiene un origen tanto mineral como orgánico, siendo más comunes los obtenidos de los minerales (Sanchidrián, 2001, p. 56; Sánchez Gómez, 1983, p. 251).

      • Blancos: No es un color muy usado en la Prehistoria, y con el tiempo se torna de un tono pajizo. Se realizan a base de mica y caolín.
      • Negros: Este color puede conocerse desde el inicio del conocimiento del fuego. Los negros pueden obtenerse tanto con óxidos de manganeso, grafito y magnetita (óxidos de hierro), como a partir de materia orgánica quemando ciertas sustancias como madera, huesos, excrementos de algunos animales (en la cueva italiana de Porto Badisco las analíticas han revelado que se fabricaría el pigmento negro con guano de murciélagos), etc.
      • Rojos, amarillos y pardos: Son los colores más empleados. Están compuestos generalmente por óxidos e hidróxidos de hierro (hematites, goethita y limonita) y en muy pocos casos de cinabrio (Sanchidrián, 2001, p.56; Sánchez Gómez, 1983, p. 248). Los aglutinantes son usados para asegurar la adherencia de la materia colorante, y han sido objeto de numerosas suposiciones, desde grasa tanto animal como vegetal hasta sangre (idea hoy en día desechada), pasando por yema de huevo, etc. y son difíciles de controlar químicamente después de tantos años (Leroi – Gourhan, 1983, p. 12). Pueden llegar incluso a determinar una tonalidad diferente del pigmento (Sánchez Gómez, 1983, p. 251). Pero las analíticas indican que las cantidades de ésteres metílicos de ácidos grasos libres son más semejantes a los patrones actuales de grasas animales de vacuno, bovino y porcino que a aceites de procedencia vegetal, aunque ocasionalmente, como en la cueva francesa de Les Trois-Frères, también se ha documentado el uso de aceites vegetales (Navarro Gascón y Gómez González, 2003, p. 171).

Como es lógico, los colores que podemos apreciar hoy en día en las pinturas paleolíticas no son, exactamente, los mismos que ellos verían, ya que se produce la actuación de agentes externos ya sean físicos, químicos o biológicos. Lo normal es que se produzca una alteración del color hacia tonalidades más apagadas (Sánchez Gómez, 1983, p. 246).

En lo referente a la fase de extracción, la composición mineralógica de las muestras y su posterior comparación con muestras procedentes de afloramientos de las inmediaciones ha permitido determinar, aunque no en todas las ocasiones, el área de captación de los recursos, lo que nos ha dado información sobre la movilidad de las poblaciones (García Borja et alii, 2004, p.36; Bello y Carrera, 1997, p. 825). Pero la obtención de estas materias no siempre fue realizada en el territorio inmediato, como apuntan García Borja et alii (2004, p. 36) se dan casos en los que la calidad o incluso el valor que podrían tener ciertos afloramientos han dado lugar a desplazamientos de larga distancia o el desarrollo de extensas redes de intercambio, poniendo como ejemplo que entre los aborígenes australianos los desplazamientos llegan a alcanzar distancias de hasta 600 km.

Imaginemos al leer la procedencia de los materiales y el proceso al que eran sometidos el conocimiento metalúrgico que deberían poseer aquellos hombres para desarrollar y fabricar pigmentos a partir de esas substancias minerales –mica y caolín, óxidos de manganeso, grafito y magnetita, óxidos e hidróxidos de hierro (hematites, goethita y limonita) y cinabrio.

El bashar no controlaba el fuego, simplemente se relacionaba con él como un fenómeno más del mundo que le circundaba. Sabemos cuándo el insan comenzó a controlar el fuego por sus manifestaciones –vasijas y pucheros de cerámica, metalurgia, calafateado, curtido de pieles, navegación, comercio… todas estas actividades están asociadas al control del fuego (ver referencias F2).

Es interesante la expresión: “Son difíciles de controlar químicamente después de tantos años”. “Tantos años” significa 30, 70, 100, 150 años. Aquí estamos hablando de miles de años. Sin embargo, al utilizar esta expresión denotan una total incapacidad para imaginar los escenarios que debieron tener lugar en lo que ellos han dado en llamar –paleolítico.

El uso obligatorio de aglutinantes para fijar los pigmentos y los colores todavía es un fenómeno más complicado. ¿Cómo descubrieron que no bastaba con generar, tras complicados procesos químicos y térmicos, substancias colorantes o pigmentos, sino que además había que darles fijeza y estabilidad? Una vez que dieron con ese detalle, ¿qué les indujo a suponer que fuese esta substancia y no aquella la mejor candidata? Es curioso que, hasta la fecha de hoy, los expertos sigan sin ponerse de acuerdo en cuanto a los aglutinantes que utilizó su neandertal y homo erectus: “Los aglutinantes son usados para asegurar la adherencia de la materia colorante, y han sido objeto de numerosas suposiciones, desde grasa tanto animal como vegetal hasta sangre (idea hoy en día desechada), pasando por yema de huevo, etc. y son difíciles de controlar químicamente después de tantos años”. Patético. Nosotros utilizamos rayos X y los más sofisticados métodos de analítica química, pero todavía no sabemos cómo se han conservado esos colores en pinturas de hace 30.000 años expuestas a los avatares climáticos.

Por otra parte, el ejemplo que se cita en el texto –la cueva francesa Les Trois-Frères– es totalmente irrelevante. Las pinturas de esta cueva (en realidad se trata de una extensa red de cavernas) datan de entre 17.000 y 10.000 a.E. Es decir, hace ahora unos 20.000 años. En esa época no había en Europa animales de ganado ni agricultura ni control del fuego ni metalurgia ni navegación ni curtido de pieles, ni mucho menos aceites vegetales… ¿De qué vegetales los extraían? ¿Tenían sistema de prensado o alambiques? ¿Para qué los utilizaban? ¿Quizás para condimentar un delicioso canard a l’orange? ¿O quizás para preservar alimentos que guardaban en vasijas antes de que existiese la alfarería?

El siguiente párrafo es todavía más delirante: “Pero la obtención de estas materias no siempre fue realizada en el territorio inmediato, como apuntan García Borja et alii (2004, p. 36) se dan casos en los que la calidad o incluso el valor que podrían tener ciertos afloramientos han dado lugar a desplazamientos de larga distancia o el desarrollo de extensas redes de intercambio, poniendo como ejemplo que entre los aborígenes australianos los desplazamientos llegan a alcanzar distancias de hasta 600 km.” Hay un claro desconocimiento de la geografía australiana por parte de la autora. Recorrer 600 kilómetros en Australia significa, en primer lugar, no volver nunca más al punto de partida. Que pregunte a los aborígenes de hoy en qué casos estarían dispuestos a recorrer 600 kilómetros a pie. Sin duda que no para obtener cinabrio y poder así pintar manos y animales de color ocre.

¿Es que no piensan estos arqueólogos? ¿No razonan? ¿Tan ciegos están? ¿Podía acaso el hombre del paleolítico desarrollar “extensas redes de intercambio” que abarcasen un área de un diámetro de 600 kilómetros? ¿Y todo ello para obtener óxidos de hierro de buena calidad?

El hombre está desesperado y trata por todos los medios de dar un sentido a su vida. Necesita creer en vida extraterrestre, en neandertales con poderes sobrenaturales, en chamanes que hablan con el espíritu de la araña… Por un momento pensaron que podían prescindir de Dios, y ahora se encuentran con una inquietante y desoladora orfandad (ver apéndice L).

Los tres minerales usados para llevar a cabo la experimentación son la hematites, la goethita y la limonita, óxidos e hidróxidos de hierro, que como ya se ha comentado antes, diversas analíticas de pinturas paleolíticas han mostrado su utilización para fabricar pigmentos y con ellos realizar representaciones.

Cada uno de ellos tiene unas características mineralógicas singulares, las cuales, en mayor o menor medida han afectado a la realización del trabajo, como puede ser, por ejemplo, la dureza, en este caso a la hora de reducirlos a polvo.

Los minerales son de origen comercial, obtenidos en diferentes tiendas especializadas y ferias de minerales, debido a la imposibilidad de poder buscarlos en la naturaleza por la falta de conocimientos geológicos, tanto el hecho de no saber la localización de menas de estos minerales en las proximidades, como no reconocerlos.

Es decir, que un grupo de arqueólogos se ve obligado a utilizar minerales obtenidos en tiendas especializadas por falta de conocimientos geológicos –no saben localizar las menas en las proximidades, y no saben reconocerlos. No obstante, el hombre del paleolítico tenía amplios conocimientos geológicos y metalúrgicos, y sabía reconocerlos, lo que le llevó a recorrer 600 kilómetros, a través de extensas redes de intercambio, para encontrarlos. ¿En manos de quién está hoy la investigación?

La molienda se realizó de una manera concienzuda hasta que los minerales quedaron reducidos a polvo para poder someterles al tratamiento térmico. Una duda que surgió durante la operación fue si esta fase se realizaría antes o después del tratamiento térmico, pero en este caso, para poder meter las muestras en la mufla y controlar mejor las cantidades era necesario que el mineral estuviera ya molido.

Seguramente el hombre del paleolítico no tuvo esa duda, ni la posibilidad de tenerla, al carecer de una mufla.

El tratamiento térmico es una parte fundamental del proyecto, ya que se quería demostrar cómo los hidróxidos de hierro (goethita y limonita) que son de colores parduzcos y amarillos tornaban hacia el color rojo en el momento en el que se los sometía a una fuente de calor, cosa que como queda registrado en el registro arqueológico, en el Paleolítico ya sabían que se producía.

Según García Borja et alii (2004, p. 37) “la escasez de colorante rojo en determinadas áreas llevó al desarrollo, desde fechas tempranas, de una técnica compleja de manipulación de óxidos de hierro amarillos para la obtención de rojos que consiste en la deshidratación de esos óxidos mediante su sometimiento a una temperatura igual o superior a 260ºC que da como resultado una hematites desordenada, ausente en estado natural”

El tratamiento térmico de las muestras se realizó en el Centro de Química Orgánica Manuel Lora – Tamayo del CSIC, con la ayuda de Nicolás Seclén Hidalgo del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros.

Con los tres tipos de minerales ya en polvo se hicieron 12 muestras de 10 gramos cada una (Fig. 4). En tandas de tres (una muestra de cada óxido e hidróxido) se les sometieron introduciéndolas en una mufla (Fig. 5) a temperaturas de 200 ºC, durante 30 minutos y una hora, y a temperaturas de 300ºC durante los mismos tiempos, para ver como el color iba variando en función al tiempo y a la temperatura de exposición.

El siguiente párrafo, aparte de no tener en cuenta ninguno de los principios básicos de la lógica, parece referirse a extraterrestres venidos de allende el espacio intersideral y provistos de sus correspondientes muflas (tipo de estufa para obtener altas temperaturas en laboratorios, especialmente de química).

“la escasez de colorante rojo en determinadas áreas llevó al desarrollo, desde fechas tempranas, de una técnica compleja de manipulación de óxidos de hierro amarillos para la obtención de rojos que consiste en la deshidratación de esos óxidos mediante su sometimiento a una temperatura igual o superior a 260ºC que da como resultado una hematites desordenada, ausente en estado natural”

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La misma expresión “una técnica compleja de manipulación de óxidos de hierro…” es impropia cuando se aplica al hombre del paleolítico, ya que haber resuelto esa complejidad implicaría un tipo determinado de sociedad muy diferente a la suya.

Los aglutinantes desempeñan un papel importante en los pigmentos, ya que les proporcionan gran parte de las propiedades necesarias para su perdurabilidad. En este momento es cuando se convierten en productos manufacturados cuya elaboración se llevaba a cabo a partir de materias primas naturales.

La identificación de aglutinantes en pintura rupestre está condicionada por dos aspectos: la baja concentración de la sustancia a identificar y el posible deterioro o alteración que el aglutinante pueda haber sufrido. Además, hay que añadir el máximo respeto al bien cultural y arqueológico, ya que muchos de los estudios necesarios para la caracterización son invasivas o destructivas. Todo esto hace que sean un número reducido los trabajos publicados que hablan sobre la presencia de materia orgánica en las pinturas rupestres, y un número más escaso los que reportan una identificación positiva del aglutinante orgánico (Domenech Carbó, 2010, p. 53).

La identificación de aglutinantes está condicionada por muchos más aspectos. El propio concepto de aglutinante condiciona la discusión. Se nos presenta a un hombre del paleolítico con taparrabos y al mismo tiempo desarrollando una complicadísima técnica de tratamiento de minerales. ¿Por qué utilizan estos arqueólogos laboratorios, análisis químicos y muflas? ¿Por qué no se van al campo y hacen una hoguera y calientan en ella los minerales? No resultaría. Nunca existió tal técnica ni tales procedimientos.

Los yin son entidades creadas de fuego y, por lo tanto, pueden realizar transformaciones en substancias y materias que no podemos entender ni describir. Las pinturas rupestres forman parte de la “cultura” o idiosincrasia de los yin. Ellos tienen su propia forma de entender las cosas, su forma chamánica y a veces diabólica, pero también divertida. Para ellos no es ningún problema recorrer 600 kilómetros ni necesitan hogueras para calentar los minerales. No merece la pena perder el tiempo en el insensato estudio del “arte” parietal.

La cultura insánica es ya una impostura y un encubrimiento. Qué diremos entonces de la yínica. Ocupémonos de adorar a nuestro Creador y dejemos para los enfermizos académicos la tarea de analizar guano de murciélagos.

F6-LOS 4 CENTROS DE PODER DE SULAYMAN

f6

El momento crucial en la expansión del insan será el del reinado del Profeta Sulayman, artífice del mayor imperio que haya existido jamás.

(34) Pusimos a prueba a Sulayman –echamos un cuerpo en su trono. Luego se volvió arrepentido, (35) y suplicó: “¡Señor mío! Perdóname y concédeme un reino que nadie más pueda tener después de mí. Tú eres el Dador Incansable.” (36) Le subordinamos el viento que corría apacible bajo su mandato a donde lo dirigiese. (37) Los shayatin trabajaban para él construyendo y buceando. (38) Había otros sujetos con argollas. (39) Se le dijo: “Esto es lo que te concedemos. Concédelo tú de tu gracia o retenlo, sin que por ello se te pidan cuentas.”
Sura 38 – Sad

¿Quién era este poderoso monarca, Profeta y controlador de los yin? ¿Cómo es posible que no nos haya llegado ninguna noticia de él? Sin duda que nos han llegado muchas noticias de Sulayman, pero no con ese nombre ni en el tiempo y lugar que tradicionalmente se ha situado su reinado (ver apéndice F1 y apéndice H). Ya hemos visto que los cambios cronológicos y geográficos operados por los historiadores y arqueólogos han trastocado completamente el relato secuencial de los acontecimientos. En este sentido, nos parece acertada la interpretación de L. Austine Waddell que desarrolla en su libro Egyptian Civilization. Its Sumerian Origin and Real Chronology con respecto al periodo de Sargón el Grande (hacia 3500-4000 a.C.), primer rey de los sumerios, y que nosotros hacemos coincidir con Daud; y a Manis, su hijo, con Suleyman (ver referencia F5). Hay una clara correspondencia de nombres entre Manis y Menes, rey y unificador del Bajo y Alto Egipto. Más aún, ambos nombres evocan el de Manasyu, que aparece en la épica hindú. Curiosamente, el sufijo ”yu” significa en sánscrito ”unificador”, el mismo título que daban los egipcios a Menes. Y parecida semejanza encontramos entre estos nombres y el del mítico rey cretense, Minos.

Si nos fijamos en la historia de estos reyes –todos ellos relegados a la leyenda durante siglos por los historiadores occidentales– veremos que siempre han estado asociados con el comienzo o, al menos, con un verdadero desarrollo de la civilización –Sargón el Grande y su hijo Manis en Mesopotamia, Menes en Egipto, Manasyu en India y Minos en Grecia. Este hecho no debería sorprendernos si caemos en la cuenta de que estos cuatro nombres –Manis, Menes, Manasyu y Minos– hacen referencia a una misma persona, a Sulayman, a su grandioso imperio, basado en la civilización, en la Profecía y en la Ley divina. A pesar de la tradición hostil que Atenas ha dejado de Minos –un cretense que conquistó toda Grecia y cuya influencia se extendió allende los mares– en términos generales se le muestra como un poderoso y justo monarca, extrechamente ligado a la religión. Los cuatro centros originarios del imperio de Suleyman serían, pues, Mesopotamia, Egipto, La India y Grecia; y a partir de estos centros se extenderán sus dominios y su civilización al resto del mundo. Así se debería entender el título que los egipcios daban a Menes –El ojo de los cuatro rincones de la Tierra. Será, pues, durante el reinado de Sulayman cuando los insan lleven a cabo la gran emigración, la gran expansión, llegando a Europa occidental, América, Australia y al resto del mundo.

En la historia de Sargón y de su hijo Manis hay una clara confrontación entre ambos a la hora de diseñar su política y desarrollar sus dominios; y esa misma confrontación vemos en la relación entre Daud y Sulayman. Daud es un hombre de devoción que ha luchado por la causa de Allah y ahora quiere dedicarse a Su adoración. Sulayman, en cambio, ve el poder que les ha dado Allah el Altísimo como un medio de llevar el Tawhid y el relato profético a todos los rincones de la Tierra. Cuando muere Daud, Sulayman se arrepiente de haberse enfrentado a él y se deja caer en su trono como si fuera una piltrafa, sin deseo, sin voluntad… sin fuerzas.

(34) Pusimos a prueba a Sulayman –echamos un cuerpo en su trono.
Sura 38 – Sad

Sin embargo, tras esa primera desesperación y dolor que le causaron la muerte del Profeta Daud, se rehace de aquella postración en la que le había sumido su ánimo y vuelve a su visión de antes.

Luego se volvió arrepentido, (35) y suplicó: “¡Señor mío! Perdóname y concédeme un reino que nadie más pueda tener después de mí. Tú eres el Dador Incansable.”
Sura 38 – Sad

De esta forma, Sulayman asume el papel más fantástico de cuantos se han asumido en la historia de la humanidad –recorrer el mundo en barcos movidos por los vientos que a él están sometidos, y con yin y shayatin que obedecen sumisos sus órdenes. Los grandes viajes de Sulayman cuyas huellas están esparcidas por todo la Tierra (ver apéndice G y artículos XVII y XX).

La figura de Sulayman, como los grandes hitos del relato profético, recorrerá mitos y leyendas de todo el mundo. En una de las obras más importantes de la mitología mesopotámica, Sulayman es representado como el héroe Gilgamesh, y Daud por su amigo inseparable, Enkidu. Entre ellos dos, como entre Sulayman y Daud o Sargón y Manis, hay una confrontación en su forma de ver la existencia y su finalidad. Gilgamesh es el hombre de acción, civilizado, que quiere poder y fama como una forma de alcanzar la inmortalidad. Enkidu representa la fitrah, la unidad con la naturaleza, con los principios propios de la condición humana. Gilgamesh es arrogante, fuerte, incluso cruel. Posee la sabiduría y entiende los asuntos más allá de las apariencias. Para aplacar su altivez se le somete a una dura prueba –la muerte de Enkidu. Este golpe casi mortal detiene el ímpetu del héroe y le arroja en una desesperación que le va consumiendo físicamente. La angustia y la agonía en las que ha quedado sumido Gilgamesh le hacen recobrar la consciencia y comienza a preguntarse por el sentido de la vida, por el valor del poder y la riqueza, por el verdadero placer de la fama. Aterrado ante su incapacidad para responder a tan inquietantes preguntas, decide buscar la inmortalidad y se dirige a un lugar remoto donde habita Utnapishtim (representación del Profeta Nuh) quien sobrevivió al diluvio y no ha muerto. Sin embargo, Utnapishtim le explica que la muerte es inherente a la condición humana, pues así lo han decidido los dioses y nadie lo puede cambiar. No obstante, le ofrece la vuelta a la juventud. Ese poder lo posee una planta que crece en el fondo de un mar. Gilgamesh la encuentra y decide llevarla a su reino, pero mientras dormita, una serpiente se la roba. No obstante, Gilgamesh vuelve a su ciudad Uruk y decide continuar elevando a su reino a la cima de la civilización.

La personalidad de Gilgamesh, sus cualidades y las propias circunstancias de su vida parecen, efectivamente, sacadas del Profeta Sulayman –su ímpetu, su sabiduría, sus viajes alrededor del mundo y su escrupulosa búsqueda de la justicia:

Voy a presentar al mundo a aquel que todo lo ha visto,
Ha conocido la Tierra entera, penetrado todas las cosas,
Y alrededor explorado todo lo que está oculto.
Excelente en sabiduría, todo lo abarcó con la mirada:
contempló los Secretos, descubrió los Misterios
Incluso nos ha contado sobre antes del Diluvio.

Estos versos parecen extraídos de alguna biografía de Sulayman. En el siguiente texto se resalta que esa confrontación o complementariedad entre Sargón y Manis, Odín y Zor, Gilgamesh y Enkidu, Sulayman y Daud (ver referencias F5) fue la causa principal del tremendo impulso civilizador que llevó el Tawhid y el conocimiento universal guardado en el relato profético a los cuatro rincones de la Tierra:

Enkidu era un hombre primitivo y salvaje, que vivía cubierto de pieles de animales. Abandonó su tarea de pastorear en la ciudad de Uruk tras haber sido seducido por una sacerdotisa de Ishtar. Se encontró frente a Gilgamesh en un combate a muerte, pero según se deduce de los textos, nadie salió vencedor, lo que hizo que se convirtieran en amigos inseparables y lucharan juntos contra el Toro del Cielo (Khumbaba) y lo derrotaran.

Ambos personajes colaboraron en el renacimiento de la ciudad y en su fortalecimiento; por su complementariedad hicieron progresar y renovar la cultura Caldeo-Babilónica hace aproximadamente 5000 años.

Los roces de Gilgamesh con los sacerdotes y algunas diferencias con las prácticas del santuario de Ishtar, hicieron que estos invocaran a los dioses y se produjeran enfermedades y numerosos conflictos en la sociedad. Como consecuencia de esto murió Enkidu.

La muerte de su amigo fue un duro golpe para Gilgamesh quien intentó entender la inmortalidad del alma, viajando hasta el lugar en el que se encontraba la escuela de sabiduría del sacerdote Utnapishtim, pero a pesar de no haber podido lograr su iniciación en este culto, le fue ofrecida una iniciación parcial que le ayudara a entender la muerte de su amigo, pudiéndose comunicar con él, a pesar de su muerte física, y avanzar en los conocimientos de la individualidad y la cultura de la personalidad.

Ambos estuvieron a la vanguardia de su tiempo recuperando a la vez cualidades perdidas de la humanidad. Su etapa fue el comienzo de la transición del Este al Oeste.

Luigi Morelli, Aristotélicos y Platónicos

Tras sufrir el duro golpe que supuso la muerte de su amado amigo Enkidu y realizar una profunda reflexión sobre el sentido de la existencia, Gilgamesh se rehace, vuelve a Uruk y continúa con su labor civilizadora sin tener como objetivo la gloria y la fama.

Es el mismo proceso que vemos en Sargón y Manis, y en Odín y Zor. El mismo proceso que sufrieron Daud y Sulayman:

Día y noche he llorado por él.
No lo abandonaba a la tumba.
Me decía: «mi amigo va a levantarse a mis gritos».
Y esto durante siete días y siete noches,
hasta que el gusano le cayó sobre el rostro.
Desde que se ha ido, ya no encuentro vida;
he vagado como el cazador en medio de la estepa.

Ya no desea Gilgamesh seguir viviendo y contempla la existencia como un mero camino hacia la muerte. Sin embargo, en su viaje al sabio Utnapishtim (Nuh) entiende el papel de la muerte y la finalidad de la vida. Se rehace y decide llevar este conocimiento (el Tawhid) al resto de la humanidad:

(34) Pusimos a prueba a Sulayman –echamos un cuerpo en su trono. Luego se volvió arrepentido, (35) y suplicó: “¡Señor mío! Perdóname y concédeme un reino que nadie más pueda tener después de mí. Tú eres el Dador Incansable.”
Sura 38 – Sad

El Profeta Sulayman también es mencionado en el Qur-an bajo el apelativo de “Dhul Qarnain”. Si bien es cierto que no se especifica que ambos nombres correspondan a la misma persona, cuando leemos la historia que de Dhul Qarnain relata el Qur-an, vemos claramente que se está refiriendo a Sulayman. Esta peculiaridad forma parte del estilo narrativo del Qur-an (ver artículo I, apartado 9). Veamos el texto coránico:

(83) Te preguntan por Dhul Qarnain. Recítales una parte de su historia.
(84) Le dimos preeminencia en la Tierra y los medios para alcanzar sus objetivos.
(85) De esta forma emprendió su camino (86) hasta que llegó a donde se pone el Sol, y halló que se ponía en una tierra fangosa en la que habitaba un pueblo. Dijimos: “¡Dhul Qarnain! O bien los castigas o bien los tratas de la mejor manera.”
(87) Respondió: “Al infame lo castigaremos y luego será devuelto a su Señor Quien le castigará con un castigo más severo aun. (88) Y el que crea y actúe con rectitud recibirá el más hermoso galardón, y le ordenaremos lo que le resulte más fácil.”
(89) De nuevo emprendió su camino (90) hasta que llegó a donde sale el Sol, y halló que salía sobre una gente a la que no habíamos provisto con ningún sistema para cubrirse.
(91) Así fue. Teníamos perfecto conocimiento de lo que se movía secretamente en su interior. (92) De nuevo emprendió su camino (93) hasta que llegó a un lugar en el que había dos masas rocosas, separadas por una gran abertura y halló que a un lado de ellas había una gente
que apenas comprendía una palabra cuando se les hablaba.
(94) Dijeron: “¡Dhul Qarnain! En verdad que Yayuy y Mayuy se exceden en su iniquidad. ¿Quieres que te entreguemos una parte de lo que producen nuestras tierras
para que levantes una muralla que nos separe de ellos?”
(95) Respondió: “La preeminencia que mi Señor me ha dado es mejor que lo que me ofrecéis, pero si me ayudáis con vuestras manos, construiré una barrera fortificada
que les impida penetrar en vuestro territorio.
(96) Traedme bloques de hierro.” E hizo un encofrado para nivelar la depresión que separaba las dos masas rocosas. Dijo: “¡Soplad hasta que el fuego lo derrita! Dijo: “Traédmelo para rellenar el encofrado con hierro fundido.”
(97) Y no pudieron escalarla ni hacer un túnel en ella. (98) Dijo: “Esto es una rahmah de mi Señor, pero cuando se haga realidad Su promesa, la demolerá.
La promesa de mi Señor se ha de cumplir.”
Sura 18 – al Kahf

Veamos, antes de seguir, el significado del apelativo “Dhul Qarnain – Dhu al-Qarnain”. El término dhu ذو significa poseedor, dueño, y el término Qarnain قَرْنَين, forma dual de qarn قَرْن que deriva del verbo qarana قرن, significa conectar, juntar, unir una cosa con otra. La forma qarn, a su vez, significa cuerno, generación, siglo, por lo que Qarnain daría el sentido de dos cuernos, dos generaciones, dos siglos. La forma completa sería el dueño o poseedor de los dos cuernos o siglos o generaciones. De forma más alegórica podríamos traducir esta expresión por el dueño o poseedor de los dos extremos, lo que sería lo mismo que decir del mundo entero.

La descripción que el texto coránico hace de Dhul Qarnain es la misma que la de Sulayman –el poseedor del mayor imperio que pueda existir, el dueño del Este y del Oeste, de los dos extremos, de los dos cuernos. Pero también el que tiene en su mano las dos generaciones o siglos –los que hubo antes de él, una generación básicamente de bashar excepto en las zonas delimitadas por los 3 primeros encuadres del Mapa 1AG (ver apéndice G); y los que vendrán después de él una vez que haya llevado al insan por toda la Tierra.

Si partimos del encuadre naranja en el Mapa 1AG del Apéndice G, la parte más alejada hacia donde sale el Sol sería China, y la parte más alejada hacia donde se pone el Sol sería América. Es decir, el mundo entero, los dos extremos y todas las tierras que entre ellos hay.

No obstante, y a pesar de que lingüísticamente todos estos significados son correctos y concuerdan con las especificaciones propias de Dhul Qarnain y Sulayman, todavía hay otra imagen que correspondería exactamente con la cualidad más sobresaliente de Sulayman –la sabiduría. La luna siempre ha representado la sabiduría. Imaginemos ahora una media luna en el cielo. Su forma es la de dos cuernos unidos por sus extremos más anchos. E imaginemos que la arrastramos con nuestras manos desde el cielo hasta el casco que llevamos en la cabeza –la parte central de la Luna desaparecerá y a cada lado del casco quedarán, como incrustados, los dos extremos de la Luna formando dos cuernos. Esta imagen indicaría que el símbolo de Dhul Qarnain, Sulayman, no serían dos cuernos de toro (la fuerza), sino la media luna, la sabiduría, controlando su cabeza, sus decisiones, sus sentencias.

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De cualquier modo que queramos verlo, Sulayman, con la fuerza del toro o la sabiduría que representa la Luna, ha recorrido el mundo entero y ha visto todas las cosas, todo tipo de seres humanos, bashar, basharinsan e insan, y a todos les ha dado lo que mejor les correspondía:

Voy a presentar al mundo a aquel que todo lo ha visto,
Ha conocido la Tierra entera, penetrado todas las cosas,
Y alrededor explorado todo lo que está oculto.
Excelente en sabiduría, todo lo abarcó con la mirada:
contempló los Secretos, descubrió los Misterios
Incluso nos ha contado sobre antes del Diluvio.

Sulayman no ha sido olvidado por la historia. Su extraordinario paso por la existencia ha quedado impreso en las tradiciones de todos los pueblos de la Tierra, en la memoria colectiva. Allah el Altísimo eleva a Sus siervos otorgándoles el verdadero honor y la verdadera gloria.

F5-LA VERDADERA IDENTIDAD DE ODIN Y ZOR

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En la literatura escandinava existe una colección de sagas llamada Heimskringla (escrita por Snorri Sturluson en 1220), que rastrea el origen de los reyes noruegos hasta el dios Odín, presentado como una figura histórica que hace referencia a un gran conquistador y maestro-mago procedente del Mar Negro, cuyo conocimiento de la escritura y de la magia le permitieron hacerse con el poder en toda la península. Su dinastía continuó a través de dieciséis reyes-sacerdotes hasta llegar a la época de los vikingos y su posterior “conversión” al cristianismo. En el relato de Heimskringla encontramos la secuencia completa de la corriente danesa a condición de que situemos a sus actores en el tiempo y lugar adecuados. El rey sumerio Sargón no es un personaje salido de la nada, que sin más antecedentes que su propio talento inventa el alfabeto cuneiforme, la escritura, la composición literaria y desarrolla una prodigiosa civilización. Sargón, es en realidad Daud, padre de Sulayman y, junto con él, artífice del mayor imperio que haya existido jamás. Ambos eran Profetas y poderosos monarcas bajo cuyo dominio estaban sometidos los yin y los shayatin; conocían el lenguaje de los voladores (un tipo de yin). Daud recibió el Zabur y una gran destreza militar:

(251) Los derrotaron por la voluntad de Allah. Daud mató a Yalut y Allah le concedió soberanía y Hikmah, y le enseñó lo que tuvo a bien enseñarle.
Sura 2 – al Baqarah

Uno de los panegíricos con el que se honraba a Sargón era Goth o Got, que L. Austine Waddell traduce como “gran guerrero”. No obstante, la palabra original era Ġothn o Ġodhn. La primera letra de estas dos palabras correspondería a la letra ghain غ del alfabeto árabe, un sonido “g” gutural inexistente en la mayoría de las otras lenguas y, por lo tanto, difícil de pronunciar. De ahí que cuando este término penetre en el inglés arcaico, cambie este sonido por el de wa, pasando a escribirse Wodhn o Wothn, y la misma transformación tendrá lugar en el sajón arcaico. En el alemán que se hablaba hasta el siglo XI en lo que hoy es Alemania del sur, Austria y Suiza, el sonido dh y th será substituido por t, dando lugar a Ġotn. Cuando estos términos se introducen en la lengua nórdica, también llamada alemán clásico del norte, y que fue la lengua literaria de las sagas islandesas y de las Eddas durante los siglos XII y XIII, se elimina tanto el sonido ghain como el sonido wa, de forma que Ġothn se convierte en Othn, y Ġodhn en Odhn; y ambas darán origen a Odín al vocalizarse estas palabras y preferirse el sonido d, menos fricativo y más fácil de pronunciar que dh y th. En cambio, en alemán se mantendrá el sonido t.

El nombre Odín (Wodhn, Goth, Got, Ġothn, Ġotn,), cuando lo hacemos derivar hasta su origen, vemos que hace referencia a Sargón, a Daud, y por eso mismo, a pesar de formar parte del panteón escandinavo, en las sagas de Snorri Sturluson se le reconoce como un personaje histórico que habría sido un “gran conquistador” y un “maestro-mago”, dos características que sólo confluyen plenamente en Sargón si le hacemos coincidir con el Profeta Daud. Pero la magia de Daud no es chamánica, como se ha tergiversado en la leyenda, sino profética –otro atributo que se le reconoce a Odín en esta misma saga. Y lo que los judíos de la corriente danesa llevan a Escandinavia es el alfabeto y la escritura con la que Daud escribió el Zabur. Con el tiempo, sin embargo, el panegírico Goth o Got se convertirá, en las lenguas anglosajonas, en el nombre de un “dios” investido con las cualidades del Profeta Daud.

Más tarde, pasará a denominar, como nombre genérico, al Creador –God (en alemán, Gott). En las mitologías escandinavas el “dios” Odín –asociado a la sabiduría, la magia, la poesía y la Profecía, todas ellas características del profeta Daud– tenía numerosos hijos, uno de los cuales era Thor (Zor), a quien se le asociaba con tormentas (vientos), adoración y santidad –características propias del Profeta Sulayman. Estas tradiciones confirmarían el hecho de que Odín representa a Sargón (el profeta Daud), y su hijo Zor a Menes, hijo de Sargón y por tanto a Sulayman, hijo de Daud. Zor va acompañado siempre de dos pájaros (dos yin voladores) con inteligencia humana y con los que dialoga –la misma secuencia que encontramos en el Qur-an referida al Profeta Sulayman.

(20) Pasó revista a los voladores, y dijo: “¿Qué ocurre que no veo al hud-hud? ¿Acaso se ha ausentado? (21) Le infligiré un duro castigo o lo degollaré, a menos que venga con una clara razón.” (22) Mas había permanecido no muy lejos de allí, y dijo: “He sabido de algo de lo que tú no tienes conocimiento, y he venido hasta ti desde Saba con una noticia cierta.
Sura 27 – an Naml

Zor tiene los vientos agarrados en su mano, los truenos y los rayos que lanza contra el mal –una clara imagen del poder de Sulayman y de su implacable justicia.

(12) A Sulayman le sometimos el viento. La distancia que recorría en una mañana equivalía a la que antes recorría en un mes, y la que recorría en una tarde equivalía también a la que antes recorría en un mes. E hicimos que manara para él una fuente de cobre fundido. Y había yin que trabajaban para él por la voluntad de su Señor. A quien de ellos se hubiera apartado de Nuestro mandato le habríamos hecho gustar el castigo del sair.
Sura 34 – Saba

Los yin de los que habla esta aleya corresponderían a los “enanos” que en el poema Alvíssmál, perteneciente a la Edda Poética, estaban al servicio de Zor. Dice Zor: “Alvíss debe decirle lo que quiere saber sobre todos los mundos que el enano ha visitado.” En una larga sesión de preguntas y respuestas, Alvíss así lo hace –describe características naturales como son conocidas en las lenguas de diferentes razas de seres que pueblan el mundo, al tiempo que transmite una gran cantidad de información cosmológica.

 Y así fue entendido siglos más tarde y reflejado en la obra Solomon and Suturn escrita en inglés y noruego arcaicos, y compuesta de cuatro libros de adivinanzas en los que se asocia al “dios” Zor con el Profeta Sulayman.

Los mitos y leyendas de todos los pueblos antiguos de la Tierra no han hecho, sino transportar el relato profético y sus actores. Si perdemos de vista este hecho, esas mitologías que hablan de forma simbólica y barroca de dioses, de magos y de poderes sobrenaturales resultarán incomprensibles y absurdas.

F3-MAPA GENETICO

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I-INTRODUCCIÓN

La localización geográfica de los bashar es muy aproximativa, ya que desconocemos las variaciones climáticas y geológicas que sufrió la Tierra a lo largo de los milenios. Las semillas bashar se fueron activando durante largos periodos de tiempo según las condiciones climatológicas se volvían propicias para la vida humana. No hay que olvidar que el bashar no tenía control del fuego ni de la producción textil (iba desnudo). Por lo tanto, sus hábitats tenían que ser zonas templadas con abundantes alimentos naturales -frutos y hortalizas silvestres, setas, frutos secos, moluscos, pescados… y otros que quizás nunca sabremos. Si sus semillas se hubieran activado en los lugares en los que las temperaturas hubiesen sido muy bajas o muy altas, fuera de los límites de su ámbito de variación, se habrían extinguido en el mismo instante de salir de la tierra. Por ello, no todos los bashar surgieron al mismo tiempo, y si algunas semillas se activaron en lugares con temperaturas extremas, los bashar habrán muerto antes de surgir a la superficie o inmediatamente después. Por ello, la completa localización geográfica de los bashar debemos entenderla a través de largos periodos de tiempo, difíciles de determinar. Aunque en el escenario 1 los bashar están esparcidos por casi toda la geografía terrestre, la verdadera representación sería la de centenares de mapas con las diferentes fases de aparición de los bashar. Dado que esto es imposible, pues aparte de la dificultad técnica tenemos la imposibilidad de seguir las variaciones climáticas y geológicas de la Tierra, hemos optado por marcar en el escenario 1 y 5 su localización en término absolutos. En el escenario 1 solamente hay bashar cuyas semillas están esparcidas por casi toda la Tierra. No obstante, como ya hemos anotado en la introducción, estas semillas no se activaron al mismo tiempo, sino en base al clima imperante en cada momento. Según cambiaban las condiciones climáticas haciéndose propicias para los bashar, se iban activando las semillas. Muchos bashar, sin embargo, no lograrán sobrevivir si sus semillas se activaron en zonas con climas extremos o, más tarde, si hubo grandes cambios de temperatura o una profunda desertización. y vemos la primera localización de los bashar antes de la actualización. Sus semillas están esparcidas por casi toda la Tierra. En el escenario 2 aparece el insan. Éste no ha salido de una semilla activada (partenogénesis), sino de la fecundación de mujeres bashar por el Ruh de su Señor. El insan, pues, tiene centro -Yemen (ver Mapa 3AG del apéndice G).

II-LOS DIVERSOS ESCENARIOS

En los escenarios 3, 4 y 5 está representada la expansión del insan por las zonas colindantes al centro -este deY emen, suroeste de Arabia y sureste de África. Desde estas zonas seguirá una paulatina expansión hacia el noreste de Arabia, Iraq, Irán, India, Anatolia y la costa norte africana. Durante estas expansiones unos grupos se mezclarán con el bashar y otros permanecerán cerrados, relacionándose únicamente entre ellos. Por otra parte, muchas tribus bashar desaparecerán debido precisamente a estas expansiones -se irán alejando de sus territorios ahora ocupados por los insan y los bashar-insan hacia otros más inhóspitos donde se extinguirán. En los escenarios 6, 7 y 8 se representa la expansión en el reinado de Sulayman y las generaciones posteriores a él (quizás no más de 2 ó 3). Durante este tiempo, el insan llegará a todos los confines de la Tierra, pero no en todos se asentará ni establecerá comunidades insan. Las zonas más selváticas de América, de África, de India y Asia serán visitadas por los insan y habrá mezcla con algunos individuos de esas tribus, pero en ningún caso crearán asentamientos, ya que sus sociedades están basadas en la agricultura, la ganadería, la metalurgia y la navegación (comercio), actividades éstas que resulta imposible desarrollar en esos medio tan hostiles. Lo mismo sucederá en la zonas glaciales -no habrá asentamientos permanentes de los insan, si bien en esas zonas se desarrollarán comunidades bashar-insan. Dependiendo de las zonas, en unas irá tomando preeminencia la basharía y en otras la insanía. En el escenario 9, que llega hasta nuestros días, todavía se aprecia la existencia de comunidades bashar en la selva amazónica, en algunas zonas de Australia, en islas de la India y en Nueva Guinea. Son tribus muy minoritarias y en algunos casos se trata de grupos en los que ya ha habido mezcla con el insan. Por lo tanto, podemos afirmar que en la gran mayoría de las regiones de la Tierra lo que predomina es la insanía, con bolsas dispersas de basharía.

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F2-EL FUEGO

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Este tipo de imágenes y de mensajes son los que han ido configurando desde la niñez nuestra visión de la historia, de la vida y del universo. Una visión tan estúpida y mediocre como la capacidad lógica y racional de quienes la han propagado –antes de controlar el fuego y servirse de él, ¿cómo soportaban el frío con ese taparrabos?

El fuego implica civilización, conocimiento y poder, tres cosas en las que no estaba interesado el bashar (todas esas denominaciones como homo erectus, neandertal, homo sapiens… intentan encubrir una realidad muy diferente a la de la evolución). El control del fuego implica metalurgia, cerámica, una dieta alimenticia en la que están incluidos los cereales, las hortalizas y la carne. El fuego significa navegación, calafateado, comercio y expansión. Todos los escenarios a los que puede dar lugar el fuego pertenecen a la era insánica. (ver apéndice G, apartado IV y referencia F4).

El siguiente artículo de Wikipedia es una exposición de las pruebas que presenta la corriente general de la “akademia” para determinar que el hombre controló el fuego hace más de un millón de años.

El control del fuego por los primeros homínidos fue un punto de inflexión en su evolución cultural y permitió que proliferaran debido a la mejora en la absorción de proteínas e hidratos de carbono que proporcionaba la cocción, además de permitir la actividad en horas nocturnas y de proporcionar protección frente a los depredadores.

Se están utilizando conceptos modernos para describir las bendiciones del fuego sobre comunidades que vivieron hace cientos de miles de años (no conocemos en qué condiciones climáticas vivían, ni la fauna ni la flora). Se habla de “evolución cultural”. ¿Cuál era su cultura? ¿Para qué necesitaban el fuego? Nosotros lo necesitamos y ello nos lleva a concluir que todos lo necesitan, ya que no podemos imaginarnos una sociedad humana sin fuego. Sin embargo, las tribus de la isla Centinela en el sur de la India, siguen viviendo sin fuego. Cada entidad viva en la Tierra ha surgido de una semilla específica que le ha dado sus características inamovibles. No hay evolución ni adaptación, sino ámbito de variación. Tampoco hay mezcla entre diferentes especies –si la hubiera, lo que saliese sería estéril y no podría pasar a sus descendientes su carga genética.

No obstante, lo más sorprendente de esta introducción es el presupuesto de que el fuego les permitiría cierta actividad en horas nocturnas. De nuevo el guiño hollywoodense –con antorchas en mano podrían guiarse hasta dar con alguna cueva-discoteca o, los más laboriosos, dedicarse al pluriempleo.

Las primeras evidencias de uso del fuego por seres humanos provienen de diversos yacimientos arqueológicos en África Oriental, tales como Chesowanja, cerca del Lago Baringo, Koobi Fora, y Olorgesailie en Kenia. Las pruebas halladas en Chesowanja consisten en fragmentos de arcilla roja de una antigüedad de 1.42 millones años. Ensayos realizados en los fragmentos encontrados en el lugar muestran que la arcilla debió haber sido calentada a 400 °C para endurecerse

Según leemos el texto comprobamos más bien que no hay ninguna evidencia –fragmentos de arcilla roja de 1.4 millones de años… ¿Cómo podemos secuenciar su historia? ¿De qué ensayos se está hablando? Así que sabemos que esos trozos de arcilla roja fueron calentados a 400 °C hace más de un millón de años… ¿Y nada más? ¿Eso es todo lo que se ha encontrado? Si el hombre de aquel hubiera utilizado el fuego, habría “evidencias” por todas partes, y no sólo unos trozos de arcilla. Según sus propias dataciones, los primeros objetos de barro moldeado se remontan al período Gravetiense (Paleolítico Superior) y se trata de pequeñas representaciones femeninas como la llamada Venus de Dolní Vestonice datada entre 29000 – 25000 a.E.  Sin embargo, es en el Neolítico (8000 a.E.) cuando aparece el espacio interior o vacío que dio origen a las primeras vasijas, usadas doblemente para cocinar sobre fuegos y para almacenar alimentos. ¿Qué se supone entonces que eran esos fragmentos de arcilla roja? ¿Fragmentos de pucheros en los que cocinaban? ¿Hace 1.4 millones de años? Control del fuego significa metalurgia, cerámica… ¿En qué tipo de recipientes cocinaba el “Homo erectus” hace millón y medio de años?

En Koobi Fora, en los sitios FxJjzoE y FxJj50, existen evidencias del control del fuego por parte del Homo erectus hace 1.5 millones de años, con el enrojecimiento de sedimentos que solo puede provenir de un calentamiento a una temperatura de entre 200 y 400 °C. Existe una especie de agujero de chimenea en un yacimiento en Olorgesailie, Kenia. Se han encontrado algunos restos microscópicos de carbón vegetal, pero pueden ser el resultado de un incendio de matorrales debido a causas naturales.

Sin duda que debieron ser las causas naturales las produjeran esos restos microscópicos de carbón vegetal. ¿A qué sedimentos se está haciendo alusión? ¿Cómo podemos rastrear los sucesos que acaecieron en ese o en cualquier otro lugar hace más de un millón de años? Para tener evidencia de que el hombre controlaba el fuego no hacen falta fragmentos de arcilla o sedimentos, ya que sus manifestaciones estarían por doquier –recipientes de cerámica, adornos de cerámica y hierro, utensilios metálicos y muchas otras.

En Gadeb, Etiopía, en el sitio 8E se han hallado fragmentos de toba volcánica que parecen presentar signos de quemaduras; es posible que algunas de las rocas puedan haber sufrido los efectos de actividad volcánica local. Estos se han encontrado junto con artefactos achelenses creados por el H. erectus.

El texto es realmente ingenuo y, al mismo tiempo, malicioso, pero no hay en él ninguna evidencia de que el hombre controlara el fuego antes del insan (ver referencias F4 y F8).

En el centro del valle medio del río Awash se han encontrado unas depresiones de forma cónica de arcillas rojas que podrían haberse producido a temperaturas de unos 200 °C. Se piensa que estas características podrían haber quemado tocones de árboles lejos de su lugar de origen. Se han encontrado rocas quemadas en el valle Awash, aunque en la zona también se encuentran trozos de toba volcánica.

Entonces ¿de qué evidencias se está hablando? El propio texto desmiente sus afirmaciones. El bashar no controlaba el fuego porque en su programa existencial no figuraban los elementos que van unidos a la producción y control del fuego.

La evidencia concluyente más antigua sobre control del fuego por parte de humanos se encontró en Swartkrans, Sudáfrica. El hallazgo consiste de varios huesos quemados, hallados en compañía de herramientas achelenses, herramientas de hueso y huesos con marcas de incisiones producidas por homínidos. En este yacimiento también se han encontrado algunas de las evidencias más antiguas de comportamiento carnívoro del H. erectus. Los depósitos quemados encontrados en la Cueva de los fogones en Sudáfrica se remontan de 200.000 a 700.000 años, al igual que la evidencia recolectada en otros yacimientos como la cueva Montagu (fechados con antigüedades de 58.000 a 200.000 años) y la desembocadura del río Klasies (120.000 a 130.000 años)

La prueba “concluyente” son unos cuantos huesos quemados. ¿Qué relación podría haber entre esos huesos y unas cuantas herramientas “achelenses”? El fuego se produce constantemente debido a fenómenos atmosféricos y a volcanes. Cuanto más nos remontemos al pasado más actividad volcánica encontraremos. Nada más normal que encontrar huesos, sedimentos, rocas, árboles… quemados. Por una parte, no podemos seguir la historia de esos lugares hasta fechas astronómicas –millón y medio de años. Por otra parte, eso no es control del fuego. Cuando hay control, hay manifestaciones.

A continuación, el texto deja de citar las evidencias y las da por hecho: “Los depósitos quemados encontrados en la Cueva de los fogones en Sudáfrica se remontan de 200.000 a 700.000 años, al igual que la evidencia recolectada en otros yacimientos como la cueva Montagu (fechados con antigüedades de 58.000 a 200.000 años) y la desembocadura del río Klasies (120.000 a 130.000 años)”.  ¿De qué evidencia recolectada se está hablando? ¿Qué tienen que ver las fechas mencionadas en las primeras citas de 1.5 millones de años y las que se mencionan ahora que van de 700.000 a 58.000 años?

Le evidencia más contundente proviene de las cataratas de Kalambo en Zambia, donde se han encontrado varios artefactos relacionados con el uso del fuego por parte de seres humanos, incluidos troncos chamuscados, carbón, zonas enrojecidas, tallos de pastos y plantas carbonizadas, y herramental que ha sido endurecido mediante el fuego. Este yacimiento ha sido datado entre 61.000 y 110.000 años. ​

El fuego fue utilizado para tratar piedras de silcreta para mejorar sus propiedades antes de ser convertidas en herramientas por la cultura Stillbayense.​ Este trabajo identifica el uso de esta técnica no solo en los yacimientos de Stillbay fechados con una antigüedad de 72.000 años, sino también en yacimientos que se remontan a 164.000 años.

Lo primero que llama nuestra atención, aparte del eufemismo “contundente”, es la drástica disminución en las fechas. Parece como si el texto ahora estuviera empeñado en demostrar que hace tiempo que el hombre utiliza y controla el fuego. Se estaba hablando de 1.4 y 1.5 millones de años. Ahora se dan fechas de 60.000, 70.000 y 100.000 años. Y es en estos periodos donde se encuentra la “evidencia más contundente”. El resto de detalles aparte de que hablan por sí solos, nos parecen fútiles.

En el siguiente artículo de la enciclopedia Británica se hace un repaso general sin entrar en detalles ni presentar evidencias. No obstante, queda bien definido el significado de “control” del fuego –iluminación, cocción de cerámica, metalurgia y otras técnicas como la producción de breas para el calafateado de los barcos. Todo lo demás no es control, sino relación.

La familiaridad con el fuego, como resultado de su fácil producción con métodos modernos, ha llevado a las civilizaciones modernas a pensar que siempre ha sido así. Sin embargo, de la misma forma que el control inicial del fuego fue esencial para el desarrollo de los seres humanos, desde los cazadores de la Edad de Piedra Antigua de los bosques tropicales hasta los primeros agricultores del Neolítico, el fuego ha sido esencial en todas las etapas del crecimiento de la civilización durante los siguientes 10.000 años. Desde el uso del fuego para cocinar los alimentos, limpiar la tierra y proporcionar calor e iluminación en cuevas o cabañas, se ha aplicado fuego a vasijas de barro para hacer cerámica y a piezas de mineral para obtener cobre y estaño, para combinarlos y hacer bronce (hacia el 3.000 a.E) y obtener hierro (hacia el 1.000 a.E). Gran parte de la historia moderna de la tecnología y de la ciencia podría caracterizarse como un aumento continuo en la cantidad de energía disponible a través del fuego y puesta bajo control humano.

En todos los artículos o monografías sobre el fuego se repiten los mismos tópicos sin que nadie parezca haber caído en la cuenta de los escenarios tan absurdos que se crearían si se desarrollaran esas teorías. En este caso, no obstante, el descenso temporal es drástico –12.000 años, 5.000 años y 3.000 años. Fechas éstas mucho más coherentes, que se sitúan plenamente en la era insánica.

La hipótesis más probable acerca de cómo se descubrió el fuego indica que probablemente fue reproduciendo actos propios de la naturaleza y adaptándolos. 

Esto posibilitó después la creación de técnicas que permitieron generarlo y mantenerlo, con el objetivo de poder cocinar alimentos, resguardarse del frío, etc. Se cree que la primera vez que el hombre vio fuego fue debido a un rayo de tormenta que incendió una superficie seca.

Las evidencias nos confirman que este elemento de la naturaleza llegó a producirse de manera intencionada y se sabe que el primer método fue el frotamiento de un palo con madera seca, pero también lo consiguió raspando rápidamente dos piedras, o rozando una cuerda contra una madera.

Una de las características comunes en estos artículos es siempre la ambigüedad del lenguaje que se utiliza. Hay como un malabarismo en su forma de enunciar posibles explicaciones a los fenómenos que analizan: “…actos propios de la naturalezay adaptándolos”. ¿Cuáles son esos actos propios de la naturaleza? El hombre produce fuego por fricción. Incluso las cerillas y los mecheros funcionan por fricción –se golpea el pedernal (sílex, un tipo de cuarzo) contra un hierro o acero. En la naturaleza, en cambio, el fuego se produce por descargas eléctricas de los rayos o por las erupciones volcánicas. ¿Cómo entonces se adaptan esos actos propios de la naturaleza a la producción de fuego por el hombre?

Después, según el texto, se crearon técnicas que permitieron generarlo y mantenerlo. En principio, las técnicas de generarlo ya se habían conseguido al imitar a la naturaleza. Si bien, como ya hemos visto, la producción de fuego por el hombre no tiene nada que ver con la producción natural del mismo. No obstante, se continúa sin especificar a qué técnicas se refiere. En cuanto a su mantenimiento, parece ser otro problema, ya que implica una contradicción –si el Homo erectus desarrolló técnicas de producir fuego observando la naturaleza, no necesitaba mantenerlo, ya que siempre que lo necesitase, utilizando esas mismas técnicas, lo podría generar sin mayor problema. Sin embargo, todavía nos queda un escollo mayor por resolver. Para nosotros hay una clara relación entre la producción de fuego y la fricción, pues todos los sistemas que utilizamos en nuestra vida cotidiana para generarlo están basados, de alguna forma, en la acción de golpear o rascar un elemento contra otro. Sin embargo, imaginemos que solamente hemos visto fuego en la naturaleza, montes, campos, maleza… ardiendo. ¿Podríamos conocer sus propiedades a través de su mera observación? Lo primero que habría hecho el Homo erectus de haber existido y de haber tenido las capacidades cognoscitivas que se le presumen habría sido huir. Aun suponiendo que en alguna de esas situaciones fortuitas (la mayoría de los seres humanos nunca ha visto fuego producido por efectos naturales) este hombre hubiera cogido algunas ramas ardiendo y se las habría llevado a su cueva o choza o campamento, los posibles escenarios serían fáciles de imaginar:

1) La tribu se reúne entorno a las ramas ardiendo y ve como se consumen hasta extinguirse. El asunto acaba aquí.

2) Alguien de la tribu toca el fuego y se quema. ¿Deducirían por ello que en un futuro cuando sepan fabricar ollas de cerámica en las que cocer alimentos sobre el fuego, éste les será muy útil? ¿Podrán deducir el concepto de cocinar o hacer hervir algo al observar el fuego?

3) Un miembro de la tribu piensa que si arroja un animal sobre el fuego, éste se reblandecerá y facilitaáa su digestión. ¿No sería mucho pensar? Supongamos que lo piensa y lo hace –el propio animal apagaría el fuego o se le chamuscaría la piel. Lo más probable es que el resto de la tribu le mirase sorprendida tratando de imaginar qué es lo que quería decir con ese acto incomprensible.

4) Otro miembro de la tribu se da cuenta de que el fuego quema, calienta, y que este fenómeno podría servirles para no morirse de frío. En este caso, ¿debemos suponer que las temperaturas descendieron drásticamente el mismo día que esta tribu descubrió el fuego, lo tomo en ramas encendidas, descubrió que calentaba y de esta manera se salvaron de una extinción irremisible? Obviamente, no. Si el Homo erectus vivía en regiones frías, antes de descubrir el fuego se habría extinguido. De hecho, nunca habría llegado a existir, ya que el término bashar significa piel, el que tiene piel. Ello indica que los bashar nunca tuvieron pelo como los animales, como, por ejemplo, los monos y, por lo tanto, no habrían podido soportar temperaturas muy bajas, tan sólo las que se encontrasen dentro de su ámbito de variación. Las semillas bashar se fueron activando durante largos periodos de tiempo según iban variando los climas hasta hacerse propicios para la vida humana, teniendo en cuenta que no poseían la técnica de confeccionar vestidos de fibra vegetal ni la de curtir las pieles –iban desnudos como las tribus bashar que todavía hoy existen en ciertas regiones selváticas de América, África, Australia, India y Nueva Guinea. Muchas de ellas han entrado en contacto con el insan y utilizan el fuego, pero no lo controlan –no han desarrollado ningún tipo de metalurgia, ni producción de breas o de cerámica. Algunas, como las de la isla Centinela (India), ni conocen el fuego ni lo han utilizado nunca.

Ahora tenemos que suponer que todos estos escenarios ocurrieron de la misma forma en todas las tribus Homo erectus de la Tierra.

En cuanto a las técnicas de producción del fuego, ya hemos visto que cuando se trata del hombre, son siempre por fricción –un sistema que no existe en la naturaleza (descargas eléctricas o volcanes).

El ser humano, ya sea en su forma bashar o insan, no puede dar con ninguna técnica básica –son programas que se introducen en las capacidades cognoscitivas del hombre a través de la enseñanza, de la indicación. En el primer periodo –de Adam a Nuh– serán los malaikah los encargados de esta tarea. En el segundo periodo –de Nuh a Muhammad– serán los Profetas insan con los libros revelados los transmisores del conocimiento funcional necesario para la vida humana. Por otra parte, ya hemos visto la tremenda influencia de los yin en dunia y su constante interacción con los insan –todas las técnicas basadas en el fuego serán yínicas, ya que el insan, al igual que el bashar, está constituido de tierra, de barro, y por ello toda tecnología ígnea será destructiva para él. Para los yin, en cambio, el fuego es su medio, su médula, y su producción es natural en ellos. Muy probablemente, los bashar vieran los fuegos producidos por los yin en numerosas ocasiones, pero nunca lo controlaron, ya que se trataba de un elemento ajeno a su forma de vida y a su propia idiosincrasia. El control del fuego es parte de la sociedad insan y fueron los malaikah quienes les enseñaron a generarlo y a utilizarlo para desarrollar numerosas otras técnicas.

F1-LA OBRA DE JOSEFO

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I-EL CENTRO CIVILIZADOR SE PASA A EGIPTO

Los cimientos del edificio laico iban robusteciéndose, pero los judíos querían un templo indestructible. Había, pues, que seguir levantando pilares hasta construir una estructura capaz de soportar los vientos más huracanados. Y eso fue lo que hicieron con la ayuda del judío romanizado, Flavio Josefo, quien presentó un texto llegado –según su versión de los hechos– de la antigüedad egipcia. Veamos cómo se confeccionó la artificiosamente afamada Aegyptiacas (Historia de Egipto) de Manetón.

El libro se consideró durante siglos como una certera interpretación de la antigüedad, provisto de una clara y definitiva cronología perfectamente afinada con la bíblica. Las perspectivas no podían ser más halagüeñas. Sin embargo, cuando analizamos los estudios sobre la obra, aparece el desencanto junto con la sospecha de estar ante un trabajo inútil y tendencioso.

En primer lugar, del autor de la obra mencionada no tenemos, sino unos exiguos y ambiguos datos biográficos, de los que ni siquiera podemos deducir su realidad histórica. Incluso su nombre resulta controvertido, sin poder llegar a un acuerdo en cuanto a su significado. Para algunos, podría significar «Verdad de Tot». W.G. Waddell, en cambio, se inclina por «Don de Tot», «Amado de Tot» o «Amado de Neit». Cuando llegamos a Cerny la disparidad se acentúa aún más ya que al hacerlo derivar del copto, le da el significado de «mozo de cuadra». Tampoco podemos estar seguros de si Manetón es un nombre propio o hace referencia a un cargo sacerdotal. Por su parte, Plutarco, en su libro Isis y Osiris, menciona el hecho de que Suidas considerase que Manetón no era el nombre de un solo autor sino de dos diferentes, adscritos a dos ciudades distintas.

De esta forma, los primeros datos que nos llegan parecen indicar que Manetón pudo haber sido el nombre de un individuo, un título, o un aglutinador de varios nombres correspondientes a personas diferentes. La falta de una mínima información biográfica fiable descalifica el texto como material histórico verificador. Tampoco la pretendida pertenencia de Manetón al clero egipcio parece probada, ya que su propia identidad como alguien que vivió en un lugar y en un tiempo determinados, y que ejerció una función específica y conocida, resulta indemostrable.

Por otro lado, la mayor parte de sus obras nos han llegado de forma fragmentaria, y presentan serias dudas de que fuera Manetón el autor de las mismas.

No obstante, la obra que realmente nos interesa analizar es la Historia de Egipto, cuyo texto original no existe. Lo único que tenemos a nuestra disposición son fragmentos que nos han llegado a través de dos transmisiones diferentes –la primera la constituyen las citas del propio Flavio Josefo; y la segunda, las referencias que los Padres hacen a Manetón, si bien éstas no provendrían de la obra misma de Manetón, sino de otras, a las que no se menciona. En todo caso, la finalidad del montaje Josefo-patrística era la de hacer coincidir los relatos bíblicos con la cronología de antiguas civilizaciones como la egipcia.

Empezamos a comprender la importancia oblicua de esta obra. De forma elíptica se nos está diciendo que tal prodigio de la literatura egipcia, en realidad, nunca existió. Si escudriñamos convenientemente la vida de Josefo, entenderemos la maniobra que llevó a cabo para apuntalar el prestigio de la cultura judía frente a la griega, y confirmar la «verdad histórica» del éxodo judío.

Josefo nació alrededor del año 37 d.C. en el seno de una familia sacerdotal de Judea ligada a la monarquía de los Asmoneos o Hasmoneos, denominación adoptada por Flavio Josefo para designar a la dinastía judía de los Macabeos, desde Simón (143-135 a.C.) hasta Antígono (40-37 d.C.), tomándola de Hasmon, un antepasado de la misma. La principal fuente para acercarnos a los Asmoneos es Flavio Josefo, pues los dos libros del Antiguo Testamento sobre los Macabeos sólo abarcan desde Seleuco IV (187 a.C.) hasta el asesinato de Simón Macabeo (134 a.C.). De esta forma, Flavio Josefo se erigió en uno de los grandes artífices de la historia antigua, haciéndola coincidir, geográfica y cronológicamente, con sus intereses de judío resentido.

En el año 64 se trasladó a Roma para conseguir de Nerón la liberación de algunos sacerdotes judíos, amigos suyos, capturados durante las revueltas judías contra los romanos, causa por la que será procesado y encarcelado, siendo liberado al poco tiempo gracias al “apoyo” de Popea Sabina, esposa del emperador.

Tras su vuelta a Jerusalén, en el año 66, estalla la Gran Revuelta judía y es nombrado por el Sanedrín de Jerusalén comandante en jefe de Galilea, con la misión de organizar y dirigir su defensa. Capitula en el verano del año 67 tras seis semanas de haber defendido la casi inexpugnable fortaleza de Jotapata. La mayoría de sus compatriotas fueron asesinados. Josefo será capturado y llevado ante la presencia del por entonces general Vespasiano, ante quien hará gala de su gran formación y le vaticinará que pronto será nombrado emperador. Al cumplirse su predicción (susurro de los yin) es liberado en el año 69, pasándose a llamar Flavio Josefo. En ese mismo año se unió al séquito de Tito, hijo de Vespasiano, en su marcha hacia Judea, siendo testigo ocular de la destrucción de Jerusalén y del Segundo Templo, y participando como mediador entre ambas partes. Preferimos no imaginarnos en qué consistió la mediación de Josefo; en todo caso, no debió de ser muy favorable a sus compatriotas judíos, pues en el año 71 viaja a Roma y por orden del emperador se le otorga una pensión vitalicia, la ciudadanía romana bajo el nombre de Tito Flavio y la casa que fuera otrora residencia del mismísimo Vespasiano.

Josefo se ha movido entre dos aguas –luchando contra los romanos y sirviéndoles. Si esa simpatía fue sincera o movida por intereses de salvaguardia, lo cierto es que al final de su vida sufre el desengaño de la gran Roma y decide escribir una historia de Egipto en lengua griega que demuestre la longevidad del pueblo de Israel y lo bien fundado de sus tradiciones religiosas.

¿Existió verdaderamente Manetón? Si existió, no fue, desde luego, el autor de Historia de Egipto tal y como nos ha llegado, fragmentada, de la mano de Josefo. Quizás hubo un texto base –y muy probablemente no en griego– que el historiador judío utilizó para su trabajo apologético, modificando el texto original o creándolo él mismo para demostrar la supremacía racial, histórica y cultural-religiosa de los israelitas.

La historia, sin embargo, no termina aquí; tampoco sus consecuencias. Eliminando la fuente primera –si es que alguna vez la hubo– Josefo pasa su visión –apoyada en un Manetón inventado o manipulado– al cristianismo, que enseguida la acepta necesitado como estaba de identificar su origen con el judío, con la Taurah y sus Profetas. Esos Padres “historiadores» se encargarán de corromper lo poco que Josefo había dejado intacto, añadiendo y cambiando todo aquello que sirviese para lograr un nuevo texto a su favor.

La patrística –la segunda fuente a través de la cual nos ha llegado la obra de Manetón– tomó como tarea el adulterar un texto que ya estaba adulterado. Eusebio elaboró en su Crónica una serie de cuadros sincrónicos cuya finalidad consistía en probar que la religión judía era la más antigua del mundo y, a través de ella, como su legítima sucesora, lo era la cristiana. Prescindiendo de su valor en relación a la obra de Manetón, lo cierto es que en el curso de la Edad Media la Crónica se convirtió en elemento base para la historiografía de la época. Se puede decir, sin temer a exagerar, que constituyó un auténtico pilar de la investigación histórica durante siglos. De esta forma, los judíos y sus escribas cristianos han ido construyendo la historia sobre textos manipulados de procedencia incierta. Los ventrílocuos judíos hablaban y sus muñecos paulistas gesticulaban.

Por su parte, Jorge el Monje, también denominado Sincelo, escribió una historia del mundo titulada Eklogué Cronografías, que se extendía desde Adam a Diocleciano. Con esta obra trataba de demostrar que Cristo había nacido en el año 5500 después de la Creación del mundo. Utilizó la obra de Manetón al hablar de la historia de las 31 dinastías egipcias que iban desde el Diluvio universal hasta Darío.

De esta forma los judíos volvían a apropiarse de un texto, en parte real y en parte inventado, para secuestrar la historia, la investigación, la lógica y presentar un bochornoso escenario que sólo lograría mantenerse en pie esgrimiendo la amenazadora espada de la Iglesia católica. Todo ese cúmulo de anomalías y falsificaciones cronológicas y geográficas se convertirá en la base “científica” sobre la que se levantará el edificio de la historia.

Mas gracias a este montaje el pueblo judío lograba erigirse de nuevo como el más antiguo de la tierra, portador de la civilización y del monoteísmo. El tercer pilar trasladaba a Occidente la cosmogonía judía y la plantaba con tal fuerza y destreza que de ella florecería la comprensión histórica y la demostración inequívoca de que la Biblia era la única fuente fiable y segura para datar los acontecimientos históricos y situarlos geográficamente.

II-LA INTRODUCCIÓN DE LOS HICSOS EN LA HISTORIA DE EGIPTO

Para llevar a cabo esta interpolación histórica, Josefo ratifica la geografía y el cambio de nombres efectuados en la Biblia Septuaginta (280 a.E – 100 a.E en la que se vierte al griego los textos de la Taurah y de los Profetas) –Misr, en el actual Yemen, pasa a ser Egipto y el término “reyes” se cambia por el de “faraones” (ver apéndice H). De esta forma, personajes históricos como Ibrahim, Yaqub, Yusuf y Musa habrían vivido en Egipto y serían ellos los artífices de la gran civilización de las pirámides. No obstante, el Qur-an recuerda a los judíos que Ibrahim no era uno de ellos ni tampoco de los cristianos, ya que vivió antes de que se acuñaran esas denominaciones:

(65) ¡Gente del Kitab! ¿Por qué discutís sobre Ibrahim si la Taurah y el Inyil no descendieron, sino después de él? ¿Es que no vais a razonar? (66) Discutís sobre cualquier asunto sin saber. ¿Por qué disputáis sobre aquello de lo que no tenéis conocimiento alguno? Allah conoce siempre la mejor opción, mientras que vosotros no podéis calcular las consecuencias de vuestras acciones. (67) No era Ibrahim uno de los yahud ni de los nasara, sino hanifa, sometido; no de los idólatras.
Sura 3 – ali ‘Imran

No obstante, a partir de la Biblia Septuaginta y de la ratificación de Josefo estos cuatro nombres estarán para siempre unidos al pueblo judío asentado en Egipto poco después de la creación del mundo. Para dar consistencia a este trueque histórico Josefo acuñará el término “hicsos” –él es la única fuente de este nombre. En su obra Contra Apion, Josefo alega citar literalmente a Manetón y enlaza directamente a los hicsos con los Banu Isra-il.

Como en casi toda la obra de Josefo, que no es, sino un reflejo de su propia vida, en Contra Apion hay un continuo cambio de posición. En primer lugar, prefiere que se traduzca “hicsos” como “pastores cautivos” en vez de “reyes pastores.” A continuación, se refiere al supuesto relato de Manetón según el cual se presenta a los hicsos tomando control de Egipto sin entrar en batalla y destruyendo después ciudades y templos. Más tarde, se dice, los egipcios se levantaron y libraron una larga y terrible guerra contra ellos. Finalmente, una fuerza egipcia de 480.000 hombres sitió a los hicsos en su principal ciudad, Avaris. Entonces, por muy extraño que parezca, se llegó a un acuerdo que permitió que los hicsos salieran del país sanos y salvos con sus familias y posesiones, después de lo cual fueron a Judea y edificaron Jerusalén (Contra Apion, Libro I).

En otra referencia, Manetón agrega detalles al supuesto relato. Presenta lo que Josefo califica de historia ficticia, el que a un grupo de 80.000 leprosos y enfermos se le permitiera establecerse en Avaris después de que hubieran partido los pastores. Más tarde esta población se habría sublevado, habrían llamado a los “pastores” (hicsos), destruido ciudades y aldeas y cometido sacrilegio contra los dioses egipcios. Finalmente habrían sido derrotados y expulsados del país (Contra Apion, Libro I).

La confusión que genera Josefo con las supuestas citas de Manetón ha hecho que muchos historiadores den crédito a una posible conquista de Egipto por parte de los “hicsos” aun sin saber quiénes fueran o si realmente existió esta tribu de “pastores”.

La falta de información sobre muchos de los periodos de la historia antigua de Egipto añade más dificultad al tema de los hicsos. Ello ha hecho que algunos arqueólogos representen a los hicsos como “hordas septentrionales” llegadas de Palestina y que habrían arrasado con todo lo que encontraban a su paso.

El escenario, empero, no es tan confuso como parece a primera vista si leemos entre líneas el relato de Josefo. Ya hemos visto que la única fuente del nombre “hicsos” es el propio Josefo y que el traduce por “pastores cautivos”. Claramente está haciendo alusión a la paulatina llegada a Egipto de las distintas tribus en las que fueron divididos por Musa los Banu Israil y el resto de gente que salió con ellos de Misr.

En su libro The World of the Past, la arqueóloga Jaquetta Hawkes comenta que ya no se puede seguir creyendo que los gobernantes hicsos representen la invasión de una horda conquistadora de asiáticos. El nombre parece significar más bien gobernantes de las tierras altas, y eran grupos errantes de semitas que por largo tiempo habían venido a Egipto por comercio y con otros fines pacíficos.

No eran tribus del norte, sino del sur, de Misr, los Banu Isra-il que a lo largo de milenios fueron asentándose por toda Arabia y la cornisa este de África recorriendo el Mar Rojo hasta llegar a Egipto. En un primer momento su llegada pudo haberse producido de forma paulatina y pacífica, basada sobre todo en el comercio. No obstante, con el tiempo, pudieron haberse hecho con el poder sin que ello tenga forzosamente que significar un golpe de estado o un levantamiento. Más bien, pudo haberse tratado de un proceso de asimilación, a través del cual ciertos grupos de entre los Banu Isra-il habrían ido tomando cargos en la administración egipcia cada vez más relevantes, lo que les habría permitido en un momento dado hacerse de facto con el poder.

Por otra parte, es lógico que así fuera, ya que cuando un grupo de creyentes herederos del Kitab se asienta en un territorio cualquiera, irá progresivamente tomando preeminencia e implantando en esa sociedad los elementos proféticos. El historiador Heródoto, por ejemplo, narra detalles sobre la extremada escrupulosidad con respecto a la limpieza que reinaba en ciertas capas de la sociedad egipcia, principalmente entre los sacerdotes.

La civilización proviene únicamente de los creyentes a través del sistema profético, no de etnias o tribus específicas. El nacionalismo que esta idea genera es contrario a la universalidad de la creencia profética.

La influencia de los escritos de Flavio Josefo podría abarcar muchos más campos que el de la historiografía. Autores como E. Schürer o F.C. Burkitt han señalado posibles influencias de la obra del historiador judío en el libro de los Hechos del Nuevo Testamento. Aunque otros investigadores mantienen ciertas reservas al respecto, no parece en absoluto descabellado que Josefo haya tenido que ver con la elaboración de textos bíblicos.

El comentario de Gary William Poole sintetiza de forma clara el valor de la obra de Josefo que durante siglos ha servido como única fuente sobre la antigüedad –todavía hoy se sigue manteniendo su división del antiguo Egipto en 30 dinastías: “Como historiador, Josefo comparte los errores de la mayoría de los escritores antiguos: sus análisis son superficiales; su cronología falsa; sus comentarios exagerados; sus discursos apañados. Es especialmente tendencioso cuando su reputación está en juego. Su estilo griego, cuando es realmente suyo, no merece el epíteto de “el Livio griego”, que a menudo se ha asociado a su nombre.”

Info 27 – LA VIDA COMO UNA CARRERA

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El funcionamiento de la existencia está organizado en base a una carrera que termina con la muerte y cuyo resultado final se manifestará en la vida de Ajirah. Habrá dos tipos de corredores:

1) Los que han participado en la verdadera carrera.

2) Los que han participado en una falsa carrera.

En cuanto al primer grupo lo podemos dividir en varios niveles:

N1) Los que llegarán primeros a la meta:

(100) Los que van por delante son los primeros que emigraron –muhayirin, los que les apoyaron –ansar– y los que les siguieron en hacer el bien. Allah está satisfecho de ellos y ellos lo están de Él.
Les ha preparado jardines por donde fluyen ríos, en los que morarán para siempre.
Esa es la gran victoria.
Sura 9 – al Tawbah

Estos son algunos de los primeros de entre los que vivieron en el tiempo del Profeta (s.a.s). En la aleya que citamos a continuación se enuncia una lista de los primeros, de los ganadores:

(69) Quienes obedezcan a Allah y al Mensajero estarán junto a los que Allah ha agraciado –los profetas, los veraces, los que murieron por la causa de Allah y los que actúan con rectitud.
¡Qué excelentes compañeros!
Sura 4 – an Nisa

De nuevo se clasifica en estas aleyas a los participantes en la carrera por ganar un buen galardón en Ajirah:

(7) y estéis vosotros separados en tres grupos (8) –los afortunados. ¡¿Quiénes serán los afortunados?! (9) Y los del infortunio. ¡¿Quiénes serán los del infortunio?! (10) Y los adelantados, siempre delante. (11) Esos serán los íntimos, (12) en los Jardines de las Delicias. (13) Un regimiento de los primeros, (14) pero pocos de los últimos.
Sura 56 – al Waqiah

En estas aleyas se mencionan dos tipos de creyentes que recibirán el Jardín. Sin embargo, se distingue entre ellos. Por una parte, están los “afortunados”; es decir, todos los creyentes que entren en el Jardín serán de los afortunados, estén en el nivel que estén. Mas habrá unos, “los adelantados”, los que nunca perdieron el primer puesto, que estarán por delante de los demás creyentes –serán los íntimos, los que tendrán cercanía, proximidad.

N2) Estará formado por los grupos de creyentes que, aun sin ser los primeros, se han mantenido firmes en el Din de Allah y se han esforzado por no perder, al menos, segundos y terceros puestos. En la aleya que acabamos de citar serían los “afortunados”.

N3) Corresponde a los creyentes que les faltó firmeza y determinación –tan pronto crecía su iman como las circunstancias adversas lo desbarataban. Su suerte corresponde únicamente a Allah decidirla:

(11) Entre la gente –nas– los hay que adoran a Allah sin firmeza, como si anduvieran
por el borde de un precipicio. Si les ocurre un bien se tranquilizan,
pero si les aflige una desgracia vuelven al extravío…
Sura 22 – al Hayy

N4) Es el nivel de los perdidos. Han participado en la verdadera carrera, pero sin firmeza, basando su modo de vida en dunia, como si no existiese Ajirah. No se daban cuenta de que todo lo que construían era sobre cimientos de arena, y todo se ha derrumbado.

(109) ¿Quién entonces es mejor, quien cimienta la estructura del edificio que quiere construir sobre el temor de Allah y Su complacencia o quien la cimienta al borde de un acantilado erosionado por el agua, y se desploma con ella, cayendo al fuego de yahannam? Allah no guía a los infames.
Sura 9 – at Tawbah

Después vienen los que ni siquiera han entrado en la verdadera carrera. Su meta era un abismo, una vía muerta, un enorme taller de desguace. No era esa la carrera. Esos son los que han arruinado su destino en Ajirah. Esos son los que estaban en un lejano extravío (ver apéndice O). Buscaban riqueza, poder, placeres… pensando que todo ello les haría inmortales:

(1) ¡Perdición para todo el que murmura y difama! (2) Ese que acumula riqueza y la cuenta. (3) Cree que su riqueza le va a hacer inmortal.
Sura 104 – al Humazah

La vida de dunia es una carrera en la que cada corredor pugna por llegar el primero, y no podemos cambiar esta configuración existencial. Quien baje la guardia, quien ralentice el paso, quien se siente a descansar, irá perdiendo puestos y correrá el peligro de perder de vista la meta y de quedarse perdido por el camino.

(133) Apresuraos al camino que lleva al perdón de vuestro Señor y a un Jardín, tan vasto como los Cielos y la Tierra, preparado para los temerosos
Sura 3 – ali ‘Imran
(21) Apresuraos a recibir el perdón de vuestro Señor y un Jardín tan inmenso como los Cielos y la Tierra, preparado para los que creen en Allah y en Su Mensajero. Esta es la gracia de Allah que otorga siguiendo Su plan. Allah es el Poseedor de la Gracia Infinita.
Sura 57 – al Hadid
(57) Quienes toman en serio los signos de su Señor (58) y creen en ellos, (59) y no dan poder a nada aparte de Él, (60) y dan del sustento con el que les proveemos, y hay en sus corazones un gran temor por la certeza que tienen de que habrán de regresar a su Señor (61) –esos son los que se apresuran en hacer el bien, y son los primeros en ello.
Sura 23 – al Muminun

Como vemos en todas estas aleyas, la noción de carrera, de competición, de pugna, va siempre asociada a la recompensa que les espera a los vencedores. No es, pues, una carrera sin sentido, vana, en la que no se distingue a los primeros de los últimos. Es una carrera premiada con el más alto galardón –dicha, felicidad, conocimiento y honor.

A los negligentes no les gusta este concepto, prefieren una forma más democrática e igualitaria de zanjar los asuntos. Quieren auto convencerse de que Allah el Altísimo no puede ir contra los derechos humanos, a pesar de que cada día se enfrentan al hecho de que toda actividad en la vida de dunia está sujeta a la competitividad, al premio y al castigo. Desde los primeros años en la escuela debemos enfrentarnos a los exámenes, al éxito y al fracaso, a las oposiciones, a las entrevistas eliminatorias, a los juicios, a las sentencias. Hay cárceles y hay lugares paradisíacos en los que pasar unas buenas vacaciones si nuestra carrera por dunia nos ha colocado en una buena posición social y económica.

Por lo tanto, “la carrera” es la configuración básica existencial, y lo primero que debemos decidir es en qué carrera queremos participar. Las carreras por ganar dunia, sus placeres, acaban siempre en fracaso, en desilusión, en frustración. Sin embargo, son las que más participantes aglutinan –son pistas dirigidas a la perdición. Si, por el contrario, hemos decidido entrar en la carrera por Ajirah, deberemos tener en cuenta de que se trata de una carrera sin paradas, sin descansos, sin entretenimientos. Una carrera que dura hasta que exhalamos el último aliento.

Info 26 – TRADUCIMOS SABR POR RESISTENCIA

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(45) Resistid y haced de la salah vuestra fortaleza, pues a los humildes no les resulta una carga.
Sura 2 – al Baqarah

El término utilizado en esta y otras aleyas del Qur-an es sabr صَبْر, del verbo sabara صَبَرَ, que significa –paciencia, resistencia, impedir la precipitación, como en la expresión شَهْرُ الصَبْرِ El mes del ayuno, el mes en el que debemos luchar contra el deseo de comer, de beber o de tener relaciones con nuestro cónyuge.

Llevados por el contexto general en el que aparece este término, hemos preferido traducirlo por –resistir o resistencia, los que resisten.

El problema fundamental de traducirlo por paciencia o pacientes estriba en el hecho de que el término “paciencia” denota pasividad, sufrir pasivamente un contratiempo, un dolor o una dificultad, mientras que el término árabe sabr denota actividad, lucha, enfrentarse activamente contra una dificultad, resistir.

El creyente debe luchar contra la pereza, la desidia, el miedo, la comodidad, la negligencia, las tentaciones, así como contra el susurro del qarin interior y exterior (ver artículo XII). Para esta lucha hace falta una gran determinación, hace falta oponer una gran resistencia para impedir que todos esos elementos venenosos entren en nuestro castillo del iman y lo destruyan.

El término sabr significa, pues, firmeza, perseverancia, tenacidad. Cualidades éstas imprescindibles para salir victoriosos de los ataques de Iblis, de su infantería y de su caballería. El Qur-an nos proyecta esta y otras imágenes parecidas para hacernos caer en la cuenta de que se trata de una lucha, de una guerra sin cuartel para la que no hay mejor arma que la determinación, la resistencia… sabr.